Alejandro Díaz, titular de la SIGEN: “En el caso de la ANDIS y el fentanilo fallaron los controles”

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El titular de la Sindicatura General de la Nación (SIGEN), Alejandro Fabián Díaz, recibe a Infobae en su despacho del tercer piso, ubicado en el emblemático edificio Yatahi, en la intersección de la Avenida Corrientes y Reconquista, en pleno centro porteño, con la certeza de quien carga un diagnóstico claro: la corrupción no es solo un problema administrativo ni financiero, es un fenómeno cultural que erosiona la confianza, debilita instituciones y, en sus palabras, “mata”.

El funcionario de carrera dentro del organismo de control que depende de Presidencia de la Nación, llegó a ese cargo por el desplazamiento de Manuel Blanco, funcionario que también había sido designado por el gobierno de La Libertad Avanza. Es Contador Público egresado de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Por más de 40 años desarrolló actividades de auditoría, sindicatura y control gubernamental en importantes empresas estatales. Desde la puesta en funciones de la SIGEN en 1993, desempeñó tareas de supervisión de control interno en distintas áreas del organismo y de la Administración Pública.

“Relevamos los objetivos del ministerio de Capital Humano y establecemos indicadores

Auditorías y la prueba piloto en Capital Humano

–Cuando reemplazó a Miguel Blanco en el cargo circuló la versión que el síndico general anterior fue desplazado porque había hecho circular una auditoría sobre el Ministerio de Capital Humano, en el que se habían detectado algunas irregularidades.

–Que yo tenga noticias, no. Esto no fue así. No recibí ninguna indicación de que hubiese áreas vedadas para auditar. Al contrario: entré con las manos libres”, afirma Díaz sentado en la larga mesa de trabajo contigua a su despacho.

El funcionario de La Libertad Avanza recuerda que fue la propia Sandra Pettovello, quien se ofreció “para un experimento inédito: una prueba piloto de evaluación de políticas públicas con tablero de mando”. Esto es: “Relevamos los objetivos del ministerio y establecemos indicadores. No hay que esperar al resultado final. La novedad radica en auditar durante el proceso y no solo después. Es así: nosotros evaluamos toda la información y los objetivos del ministerio. Tenemos que ir estableciendo indicadores. Los indicadores se pueden esperar hasta el final, para ver si se logra el objetivo, o se pueden medir en etapas intermedias.

El titular de la SIGEN explica que: “La idea es contar con indicadores intermedios que alerten desvíos. Sandra, por ejemplo, nos dice ‘quiero llegar a tal objetivo en determinada área’. Tal vez no lo logre, porque los indicadores intermedios ya marcan desvíos. Y si no se hace nada en el medio, no se consigue. La idea es que las medidas sean más oportunas. Esta sería una prueba piloto para empezar y después replicar en otros ministerios.

Alejadro Díaz recibió a Infobae en su despacho

—¿Qué son “desvíos”?

—Por ejemplo, un objetivo puede ser bajar la desocupación. Si en lugar de bajar, la desocupación sube, ahí hay un desvío. Otro ejemplo: reducir la mortalidad infantil. El objetivo es ese, pero en el medio tenés que ir mostrando avances.

—Siempre se dijo que la auditoría era a posteriori, una vez terminada la gestión. Esto no va en esa lógica.

—Sí, es cierto: la filosofía del control es ex post. Pero hoy en día se habla de auditoría con normas globales: una actividad de aseguramiento (ex post) y otra de asesoramiento. Y esto va más por el asesoramiento, atento al reclamo de la sociedad.

Para el Auditor General de la Nación: “La sociedad reclama políticas públicas efectivas. Un tablero de mando apunta a eso: a que las políticas públicas funcionen. La gestión pública tiene que dar un salto de calidad. Y los auditores, en esta tarea de asesoramiento, ayudan a adelantarse. Si no, siempre llegamos tarde. Hubo algún síndico de la Nación que hablaba de hacer ‘autopsias’, y no queremos hacer autopsias. Queremos colaborar para que la política pública llegue a dar el impacto pensado por los gobernantes, y no que dependa de burocracias u otras cuestiones que impidan alcanzar el destino esperado. La sociedad reclama políticas públicas efectivas. Si solo llegamos al final, siempre vamos a llegar tarde”, razona.

Miguel Blaco era el anterior Sindico General de la Nación

Por eso insiste en que el control no se reduce a revisar números. “Apuntamos a que los informes sean oportunos y agreguen valor a la gestión. Nuestro rol es también asesorar para que las decisiones políticas se traduzcan en resultados concretos”, sostiene.

La corrupción como flagelo

Otro de los frentes prioritarios de la SIGEN es colaborar en el proceso de ingreso de la Argentina a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). El funcionario lo define como un paso estratégico: “Argentina ya participa del G20, que aprueba normativas de la OCDE. Estar ahí nos permitiría incidir en su elaboración. Yo estuve varios años representando al país en la OCDE y sé de qué se trata”. La clave, insiste, es “hacer los deberes, aggiornar las regulaciones, cumplir estándares internacionales y avanzar en convenciones contra la corrupción.

Díaz vuelve una y otra vez sobre una idea central: la corrupción no es solo un desvío administrativo, sino un fenómeno cultural que atraviesa a toda la sociedad.

La OCDE es una organización internacional que promueve políticas para mejorar el bienestar económico y social de las personas en todo el mundo, actuando como un foro global para compartir ideas y encontrar soluciones a los desafíos sociales, económicos y ambientales

—¿La corrupción mata?

—Sí, yo creo que la corrupción mata. Es un flagelo cultural en nuestra sociedad. En alguna conferencia hablé del caso de los cuadernos: ahí fallaron todos los controles. Y me enojé porque, en realidad, falló todo: la educación, la cultura, el empresario que sobornó, el funcionario que aceptó el soborno. Si la sociedad no logra cambiar esa cultura, terminamos siendo una sociedad corrupta que mata, que hace mal a la gente.

—¿La sociedad es corrupta o los funcionarios son los corruptos?

—Los funcionarios provienen de la sociedad. Y además está esa sensación de que, cuando alguien accede a un cargo político, enseguida se piensa: “Ahora le va a ir bien”. ¿Y por qué debería ser así? Los salarios del Estado están muy deprimidos, lo dijo el presidente en la presentación del Presupuesto. Están congelados desde que asumieron. No tendría por qué uno enriquecerse en la función pública.

—Bueno, pero hay ejemplos que muestran lo contrario.

—Exacto. Y esos ejemplos terminan perjudicando a todos. Me acuerdo del sketch de Gasalla haciendo de funcionaria pública y su tecito: a todos les quedó esa imagen. Tenemos que revertirla, ser más rápidos y ágiles en la gestión.

—¿Pesa en el funcionario la percepción que tiene la sociedad sobre ustedes?

—En mi caso, sí. Pesa mucho. Porque el impacto final es la sociedad. Es fundamental que no se queden con la imagen de Gasalla, sino que perciban trámites más ágiles y efectivos. El presidente (por Javier Milei) apunta a eso: desburocratizar al Estado y hacerlo más eficaz.

—La funcionaria de Gasalla decía “hacia atrás” cuando las personas se acercaban a la ventanilla. Pero antes de esa imagen que le incomoda, en otro programa, en “La Tuerca”, estaba el sketch del trámite infinito para plantar el arbolito.

—Y eso sigue siendo así. Hay que mejorar la calidad de la gestión pública. Atender ese reclamo social que escuchamos todos los días. A veces se ve en los sufragios, otras en la vida cotidiana, en las quejas del taxista. La gente se queja del funcionario público, y hay que cambiar esa imagen con hechos concretos: demostrar que controlamos, que ayudamos a la gestión pública y que agregamos valor. Que quienes administran puedan mejorar la vida de la gente y del país.

Alejandro Díaz fue nombrado hace 40 días como jefe de la SIGEN

—Usted que conoce experiencias en otros países sobre control, gestión y auditoría, y ya que hablábamos de corrupción, ¿en qué ranking está ubicada Argentina en el mundo?

—Qué difícil… Hay distintos rankings y siempre quedamos muy arriba. Tenemos que trabajar más para cumplir con esas normas de la OCDE y avanzar en ese cambio cultural. Y claro, siempre educación y justicia: sin eso, los cambios no se producen.

—Cuando habló de la causa de los cuadernos dijo: “fallaron varias cosas, no solo una”. Y mencionó la educación. ¿Por qué la pone como un factor en la corrupción de los cuadernos?

—Porque la educación hace a la cultura. Siempre sostuve que educación y justicia son dos pilares para el cambio cultural. Si no hay educación adecuada y justicia oportuna, todo se dilata. Hemos pasado 20 años para resolver causas que deberían resolverse mucho más rápido.

La AFA: de Grondona a Tapia

Díaz también cumple funciones en la Asociación del Fútbol Argentino (AFA). Se desempeña en funciones de control y fiscalización. Sobre el tema explica: “Fue hace muchos años, en la época de Julio Humberto Grondona. Había un Tribunal de Cuentas conformado por profesionales amigos de Grondona, y al ir quedando vacantes por edad, el mismo Grondona pidió currículum de profesionales más jóvenes. Un amigo que trabajaba en la AFA llevó el mío y Grondona me selecció. Entré como suplente del Tribunal de Cuentas. Ni siquiera era titular, pero siempre traté de mejorar el control”, relata.

Más adelante, con la renovación del estatuto de la AFA, quedó a cargo de la Comisión Fiscalizadora: “Terminé siendo presidente de la Comisión Fiscalizadora, la figura de control de la AFA. Ahora estoy con licencia, por un tema político, pero nunca por incompatibilidad”.

Julio Humberto Grondona nombró a Alejandro Díaz en la AFA (Photo by Lalo Yasky/Getty Images)

—Entiendo que con “Chiqui” Tapia se lleva bien.

—Lo saludé cuando ganamos el Mundial en una asamblea. Dudo que se acuerde de mí.

—¿Y Julio Grondona era “el padrino” como se dice?

—Lo conocí en un entretiempo de un partido de fútbol. Me presenté: “soy Alejandro Díaz, el que eligió para el Tribunal de Cuentas”. Me felicitó, pero dudo que recordara quién era yo. Es lo único que puedo decir de él.

“Eliminamos capas geológicas”

—¿Si desde la SIGEN detectan irregularidades, por ejemplo, en un ministerio, a quién le avisa?

—Nuestra dependencia es del presidente de la Nación, y el nivel de reporte es a él, a la Secretaría General, e informamos a los ministerios a los que les detectamos alguna problemática, algún desvío o alguna observación de auditoría.

—Nombró a la Secretaría General, ¿Karina Milei lo instruyó para que no investigue alguna repartición?—No, todo lo contrario. Me dio manos libres para revisar y ayudar al gobierno a mejorar la gestión. No tuve ningún tipo de condicionamiento, me sentí libre.

—¿Y hace cuánto está en el cargo?

—No llego a los dos meses, unos 40 días.

—Y en estas pocas semanas de gestión, ¿encontró algo que dijera: acá hay que poner el foco?

—En principio sí, dentro de la organización interna de la SIGEN encontré varias cosas. Había informes del año 2023 que no habían salido y tenían que salir. Salieron. Había informes de 2024 que, a mi gusto, resultaban inoportunos: ya habían pasado nueve meses y tendrían que haber salido antes. Salieron también, todavía quedan algunos. La intención es mejorar la oportunidad.

En otro tramo de la entrevista, Díaz afirma que en la SIGEN: “Faltan normativas, falta un plan estratégico. Estamos tratando de hacer uno a largo plazo que no quede condicionado por cambios políticos. Estamos pensando en 2035 como horizonte”.

Para el titular de la SIGEN, en el caso del fentanilo contaminado y la ANDIS

Entre las novedades que delineó en la primera entrevista que otorgó desde su desembarco en la jefatura del organismo de control, Díaz informó que puso en marcha la reformulación del organigrama de la SIGEN. Eliminó las secretarías y subsecretarías que se supone, controlaban a las gerencias. Ahora dependerán directamente de él.

De esta manera fueron desplazados de sus cargos 20 funcionarios que formaban parte de “las capas geológicas de la administración pública: entran con un gobierno y no se van con el recambio presidencial”. “Eran cargos políticos”, refuerza y agrega: “Eran puestos inventados con el paso de los gobiernos y quedaron”.

—¿Cuándo van a presentar la nueva estructura?

—La próxima semana. Decidimos empoderar a los técnicos de carrera. Cuando la incidencia política es más fuerte que la técnica, se empieza a distorsionar. Un organismo técnico, como siempre fue éste, empieza a perder resultados.

—¿Y qué hacían esas secretarías y subsecretarías que eliminaron?

—Supervisaban a los gerentes. Se suponía que agregaban valor a los informes, pero en la práctica generaban más distancia entre el Síndico de la Nación y los gerentes. Y más burocracia. Ahora, las gerencias dependen directamente de mí.

Alejandro Día anunció cambios en el organigrama de la SIGEN

—A raíz del tema del fentanilo mortal y del escándalo de la ANDIS, los audios de Diego Spagnuolo y las pensiones por discapacidad, surgieron cuestionamientos por la falta de controles a la ANMAT, al INAME y la ANDIS. ¿En esas reparticiones faltan auditores internos?

—No. Los auditores están designados y en funciones. Puede haber habido problemas en la aprobación de estructuras por parte de SIGEN, pero las aprobamos nosotros. Y en general son estructuras grandes. Cuando un ministerio o empresa pedía 20 personas, se analizaba para encuadrar dentro de nuestros formatos. Pero siempre se aprobaron con la gente que había, nunca con menos. Si la estructura es chica, el día de mañana podrían cuestionarte. Tal vez hay una tendencia en la gestión pública a no acrecentar controles, porque eso implica tomar riesgos. Pero los auditores que me preguntaste están ahí.

—Entonces, ¿dónde estuvo el problema? ¿Hubo fallas graves en los dos organismos?

—Sí. Ahí hablamos de las “tres líneas de defensa”. Las auditorías internas son una de esas líneas. Nosotros seríamos como una cuarta. Las defensas tienen que actuar antes de que llegue la auditoría. Lo ideal es que cuando llegue una auditoría, no encuentre nada. No porque los auditores sean malos, sino porque las líneas anteriores funcionaron. Nuestro trabajo también es empoderar esas líneas de defensa anteriores. Aunque parezca que atenta contra nuestra propia existencia, es así: si esas defensas funcionan, se encuentra poco. Pero a veces fallan.

—Bueno, entonces parece que fallaron.

—Ahora nos pidieron auditorías en ANDIS y en ANMAT. Ya las empezamos. Las haremos con gente propia de la SIGEN y con auditores internos, en forma conjunta, para aprovechar capital humano de ambos lados.

Karina Milei, secretaria general de la presidencia impulsó a Alejandro Díaz para la titularidad de la SIGEN REUTERS/Agustin Marcarian

—Lo consulto porque vi auditorías anteriores en ANDIS y ANMAT. Ya había observaciones hace uno o dos años sobre deficiencias en compras de medicamentos, inspección de laboratorios, poca gente en ANMAT para auditar.

—Eso también es real. Cuando se hacen esas observaciones, después necesitas que del otro lado haya receptividad. El día a día del funcionario público hace que muchas veces no escuchen a los auditores. Pasa en muchísimos lugares. Están tapando baches y no logran ser receptivos a esas observaciones. Pero después pasa lo que pasa.

—¿Usted llega como Síndico General por qué razón? Le pregunto porque casi todos los síndicos anteriores tenían una impronta política muy marcada.

—Yo tengo carrera administrativa, soy técnico de acá. Llevo 41 años en el Estado, unos 35 en la SIGEN. A mí me convocó Karina Milei.

—¿Y qué opinión le merece sobre los supuestos audios que se le adjudican y presuntos hechos de corrupción?

—En mí predomina siempre el principio de inocencia.

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