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«Hay muchas personas disléxicas pero lo ignoran»

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Cada 8 de octubre se celebra el Día Internacional de la Dislexia. Al respecto, Araceli Salas, fundadora de DISFAM habló sobre la importancia de visibilizar este trastorno

Cada 8 de octubre se celebra el Día Internacional de la Dislexia, con el objetivo de visibilizar este trastorno invisible que afecta al 10% de la población mundial. Para entender de qué se trata, dialogamos con Araceli Salas, fundadora de DISFAM (Organización Internacional Dislexia y Familia).

La dislexia es un trastorno de origen neurobiológico y hereditario que afecta la capacidad de aprender a leer en forma fluida, exacta y automatizada. Si no es tratada y acompañada de manera adecuada en los ámbitos familiar, escolar y de la salud, puede traer grandes consecuencias emocionales.

Sobre la importancia de esta fecha, Salas explicó:

“Es un día para reivindicar los derechos de este colectivo. Surge porque realmente lo que no se habla no existe. Es importante como colectivo darnos a conocer, sensibilizar y dar visibilidad a la dislexia”.

La entrevistada recordó que DISFAM nació en España y que el año próximo cumplirán 25 años de trabajo: “Empezamos con la necesidad de tener una legislación educativa que contemple a este tipo de alumnado. Trabajamos también para que existiera una legislación en vuestro país, para poder defender los derechos de estos niños, adolescentes y adultos. También ha cambiado la mirada: ahora se conoce más, aunque sigue habiendo muchos falsos mitos y sigue siendo una gran desconocida. Pero también hemos avanzado mucho en derechos, en formación para los profesionales del ámbito educativo y sanitario. Hemos avanzado mucho, pero queda mucho por recorrer”.

El objetivo de la fecha es visibilizar este trastorno invisible

Consultada sobre por qué se la define como un trastorno invisible, Salas señaló: “Se habla de la dislexia como un trastorno invisible, aunque si nos formamos como profesionales y como familia, cada vez dejará de ser un poquito menos invisible. Sabremos cómo mirar, cómo detectar, sabremos cómo aprenden y muchas otras cosas que nos ayudarán a avanzar y conocer. Lo que pasa es que hay muchas personas que son disléxicas pero lo ignoran”.

También destacó la importancia de la detección temprana, que debería darse entre los 3 y 6 años:

“No tenemos que esperar que los niños estén leyendo. Hay indicios ya en la etapa temprana de otras dificultades que nos pueden hacer detectar que estamos ante una dislexia. El diagnóstico llegará un poco más tarde, a partir de los 7 años, pero debemos trabajar en la detección temprana porque la evolución no será la misma”.

Salas agregó que muchas veces son los docentes quienes identifican los primeros signos, aunque en otras ocasiones es la familia quien nota que algo no encaja: “En muchas ocasiones son los docentes, pero en muchas otras es la propia familia la que se da cuenta de que hay algo que no le cuadra, pero no sabe ponerle nombre, no sabe lo que realmente le está pasando a su hijo”.

Finalmente, describió algunas de las características más comunes de la dislexia, aclarando que cada caso es diferente y que existen distintos grados de afectación: “No es lo mismo tener una dislexia leve que moderada. Son personas inteligentes, que tienen una dificultad a la hora de leer de forma fluida y funcional o también a la hora de entender lo que están leyendo. Sobre todo, presentan dificultades en la lectura y la escritura, y también en algunas funciones ejecutivas como la memoria, la planificación y la organización. Además, pueden tener dificultades para integrar derecha e izquierda y los conceptos de espacio y tiempo”.

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