En su columna “Conectando”, el comunicador reflexiona sobre el Día Internacional de la No Violencia y el desafío de transformar el instinto en conciencia.
Cada 2 de octubre el mundo recuerda el Día Internacional de la No Violencia, una fecha instituida por la ONU en 2007. Apenas 18 años nos separan de aquel acuerdo global que, paradójicamente, llegó después de siglos de guerras, conflictos y violencia cotidiana.
En su columna semanal Conectando, el comunicador Pablo Gerez invita a pensar sobre la naturaleza humana y la capacidad de elegir más allá del impulso.
“La creación misma fue un acto violento y caótico. Si el universo nació de una explosión, ¿por qué le pedimos al ser humano que no sea violento ni caótico?”, se pregunta.
Gerez plantea que lo que distingue al ser humano no es la fuerza física, sino la conciencia: la posibilidad de transformar el instinto en palabra y el caos en cultura.
“No se trata de superioridad —dice—, sino de responsabilidad.”
En su reflexión cita a Sigmund Freud, quien aseguraba que “la violencia habita en nosotros, pero la cultura es el muro que construimos para no devorarnos los unos a los otros”, y a Isabel Wilkerson, autora de Kasta, quien advierte que “la violencia no siempre grita; a veces se disfraza de sistema, de costumbre o de mirada excluyente”.
Para Gerez, elegir no responder con violencia no es debilidad, sino un acto de soberanía humana: “Yo no soy solo mis impulsos, soy algo más”. Inspirado en el mensaje de Mahatma Gandhi, recuerda que la no violencia no implica pasividad, sino resistencia activa, un límite firme que no repite las armas del otro.
“Si tanto nos enorgullecemos de ser una especie superior —concluye—, estaría bueno que esa superioridad no se mida por cuánto destruimos, sino por cuánto cuidamos y empatizamos con la vida del otro.”
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