Río de Arena Reserva Malbec 2019 fue galardonado en un importante concurso realizado en Mendoza. El largo camino que recorre para convertirse en una joya de la viticultura tucumana.
El año 2002 fue un invierno para la Argentina, sumergida en una crisis económica histórica. Sin embargo, en medio de la tormenta, Roberto Carro eligió plantar una semilla de esperanza: cumplir el sueño de producir vino en suelo tucumano. En una decena de hectáreas junto al río Santa María, en El Bañado (Colalao del Valle), comenzó un proyecto que exigió años de un esfuerzo titánico y de aprendizajes. Fue una lucha constante, pero Roberto nunca arrió las banderas. Ese espíritu indomable se convirtió en la herencia más valiosa que le dejó a su hija, Josefina Carro. Tras la partida de su fundador, la familia tomó un juramento tácito: Josefina, junto a sus hijos Guadalupe, Agustina e Ignacio González Carro, y su pareja Pablo Chanfreau, se unieron para elevar la calidad de cada botella. Hoy, la bodega Río de Arena es una de las cuatro bodegas de nuestra provincia que fue galardonada en «Guarda 14«, un importante concurso que se realiza en Mendoza.
Justamente el vino premiado, Río de Arena Reserva Malbec 2019, es un homenaje a la persistencia. Recorre un complejo camino hasta llegar a la góndola de las vinotecas: tras la cosecha y fermentación, pasa un año en tanque de acero inoxidable y luego 18 meses en barrica de roble francés y americano de primer uso, finalizando con seis meses más de estiba antes de salir a la venta.
El malbec reserva de Río de Arena es una de las joyas de la bodega.«Se trata de un verdadero vino de guarda. Buscamos la mayor complejidad gracias al trabajo de la enóloga Tania Hoy, que es muy puntillosa. La diferencia la marca la altura (1.850 metros), donde la amplitud térmica detiene y acelera la maduración de la uva. Ese es el secreto para encontrarle el punto al suelo y al viñedo, y así lograr el producto final», comenta Josefina a LA GACETA.
El vino exhibe en sabores la fruta bien madura, destacando los frutos rojos y negros. Estos se fusionan con notas de chocolate y pan tostado, aportadas por la barrica. Esta crianza define una estructura particular y otorga un carácter distintivo al perfil de la bebida.
Además, la bodega cuenta con un porfolio de seis varietales. La cepa más destacada es el Torrontés, que, aunque se cultiva globalmente, en los Valles Calchaquíes alcanza una expresión excepcional. El portfolio se completa con el Torrontés Dulce, un Malbec Joven, un Malbec Reserva, y dos bivarietales: el Tannat-Malbec y el Merlot-Malbec.
Río Arena maneja una producción anual de unos 25.000 litros, un volumen que subraya su vocación boutique. Carro afirma que si bien esta cantidad podría sostenerse en el mercado local, la realidad de la vitivinicultura en Tucumán exige paciencia. Lentamente, el sector se está posicionando. «De hecho, a medida que el público local descubre la bodega, las ventas aumentan significativamente», añade.
El paisaje que ofrece El Bañado es una tentación para los turistas.No obstante, cuenta Carro, lograr la exportación sigue siendo un reto complejo. Aunque la bodega posee las habilitaciones necesarias, el costo para los compradores internacionales es alto. Al ser una bodega boutique, su precio es superior al de competidores que producen grandes cantidades de producto. Se trata de una diferencia justificada por el tratamiento artesanal. Río de Arena se permite el lujo de mantener el varietal un año en tanque, a diferencia de las grandes bodegas que lo despachan rápidamente. Por ello, el esfuerzo principal ahora se enfoca en la comercialización local.
Una experiencia en torno al vino
Pero no todo es vino. También cuentan con un hotel boutique que ofrece un marco ideal, con instalaciones construidas en un estilo propio de la zona, utilizando materiales naturales como adobe, piedras y cañizos. La estancia dispone de seis habitaciones con comodidades modernas. Se ofrece servicio continuo de wine-bar y restaurante con una carta de comidas típicas regionales, desde empanadas al horno de barro y locro hasta cabrito y dulces.
Los visitantes, además de disfrutar de la gastronomía, pueden participar en excursiones a caballo, caminatas por el Río de Arena, y actividades recreativas como fútbol playero o visitar el criadero de llamas. Al atardecer, el ritual culmina con picadas y buena música.
Los visitantes pueden disfrutar de la bodega, hotel y restaurante.“Nuestro objetivo es que el turista no pasé directamente desde las Ruinas de Quilmes hacia Cafayate. Tenemos que lograr que nos elija. Es fundamental el trabajo de enoturismo para retenerlo. Tucumán tiene un potencial gigante y hay que aprovecharlo”, comenta Carro.
Lo que comenzó como una semilla en el invierno más duro del país hoy florece entre los valles calchaquíes. Río de Arena es, en esencia, la historia de una familia que aprendió a esperar el fruto del tiempo. Un vino que honra la memoria, la altura y la fe en el trabajo bien hecho.







