El Gobierno hace cuentas en el Senado y simula un sistema de “bandas” para cerrar alianzas

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El pleno del Senado durante una sesión realizada en septiembre pasado (RS Fotos)

Mientras que agentes económicos continúan con diversos pronósticos sobre el dólar, el sistema de bandas parece haber llegado al Senado. Es que, con la victoria libertaria de octubre último y la renovación del 10 de diciembre próximo, el oficialismo está más que envalentonado para inflar su volumen y sufrir menos en la Cámara alta: ya desliza un piso de 27 legisladores como el punto de partida más bajo -a diez del quorum-, con un techo de 40 como meta soñada y margen extra de crecimiento, siempre y cuando las ramas peronistas no frenen su feroz interna por órdenes que Cristina Kirchner emite, sin chistar y ningún tipo de disenso, desde su prisión domiciliaria.

La Libertad Avanza (LLA), que será comandada por la saliente ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, pasará de 6-7 a una de 20 “puros”. Al número inicial se le deben incorporar a sus electos. No obstante, la cifra final tiene un ligero cambio: la banca de la actual vicegobernadora chaqueña, la radical Silvana Schneider, será del centenario partido, a pesar de los esfuerzos de la Casa Rosada para venderla como propia. Quien compensa es la ex macrista Carmen Álvarez Rivero (Córdoba), que se quitó la ínfima acuarela PRO que le quedaba y ya rindió pleitesía en Balcarce 50.

A los 20 oficialistas habrá que agregar, en la política de “aliados” seguros, a Schneider y a sus colegas UCR Mariana Juri y Rodolfo Suárez. Los segundos son la terminal del gobernador mendocino, Alfredo Cornejo. La Casa Rosada cuenta como soldado confiable a Carolina Losada (Santa Fe), ofuscada por la puja dentro del centenario partido en la supuesta rifa para una de las vacantes en la Auditoría General de la Nación (AGN), que la quiere sí o sí para el formoseño Luis Naidenoff por sobre el chaqueño Víctor Zimmermann, contrincante tardío. Recordemos que un cargo así tiene una vigencia de tan sólo ocho años y una remuneración envidiable. Un tercero operó con alevosía para venderse como opción “salomónica”, lo que causó un sinfín de carcajadas allí. Igual, sigue la guerra allí.

El violáceo aún con musculosa PRO Luis Juez (Córdoba) es número cantado, junto a la tucumana Beatriz Ávila, que nunca fue macrista de raíz, pero en los últimos tiempos se movió como una más de la bancada. En la actualidad tiene la “suerte” de manejar la envidiada bicameral que controla la Biblioteca del Congreso, un sitial más que juguetón para quienes conocen a fondo los laberintos parlamentarios. Bullrich lo sabe. Otro radical a tener en cuenta es el bonaerense Maximiliano Abad, que en 2023 fue uno de los principales referentes bonaerenses del ex Juntos por el Cambio, jugó con la ministra y está bien visto por la futura líder libertaria en la Cámara alta.

El oscilante jefe radical del Senado, el correntino Eduardo Vischi (Fotos: Gustavo Gavotti)

Para LLA, el PRO acompañará las iniciativas que envíe el Ejecutivo, y por ese motivo da por sellados al jefe macrista del Senado, el misionero Martín Goerling, a la pampeana Victoria Huala -la Casa Rosada duda- y a la chubutense Andrea Cristina, una de las líneas del mandatario local, Ignacio Torres. La otra es la radical Edith Terenzi, hoy en Provincias Unidas, un interbloque que quedará menguado en calidad y volumen, más allá de potenciales movimientos para aglutinar legisladores todavía no cerrados. Allí, los peronistas disidentes Alejandra Vigo (Córdoba) y el correntino Carlos Espínola pasaron de aliados fijos a enemigos severos de Javier Milei.

Algo parecido le ocurrió al titular de la UCR en el Senado, el oscilante Eduardo Vischi. A pesar del pasado reciente, Bullrich quiere a todo el radicalismo “adentro”, ya dialogó con muchos de ellos, y por eso la idea de que, a sus 20, se peguen los 10 del centenario partido. Creen que ocurrirá sin mayores obstáculos. Si sucediera lo mismo con el PRO, se pasaría a 34.

Ya cerca del quorum, la lupa deberá direccionarse hacia los “silvestres provinciales”. Un alto porcentaje cuenta con buen diálogo con su respectivo gobernador, salvos los santacruceños José María Carambia y Natalia Gadano. El oficialismo intenta reflotar algo de ida y vuelta con ambos, aunque el diagnóstico suele finalizar, en general, con la misma frase: “Poco confiables”. La segunda, incluso, tuvo un fuerte cruce -tiempo atrás- con Victoria Villarruel. Todavía está fresca la jugada de 2024, que casi revienta la Ley Bases, a menos de 24 horas de su tratamiento en el recinto.

Por su parte, los misioneros renovadores -no massistas- Carlos Arce y Sonia Rojas Decut no abren la boca sin antes consultar al jefe real del distrito, el exgobernador Carlos Rovira. El primero se hizo conocido por contratar una modelo y eyectarla a los 20 días, después de requerimientos realizados por este medio que evitó responder de forma oficial. Ambos luego dieron la nota cuando se comprometieron -con declaraciones públicas- a votar Ficha Limpia y después se convirtieron en los verdugos de ley, en alianza con el cristinismo. Al día de hoy hay varios legisladores que miran hacia un costado -con alguna risa- cuando se desliza la supuesta anuencia del Gobierno para que dicho texto fuera noqueado. Las otras dos butacas que podrían considerarse en este “sector” son las de las electas Flavia Royón y Julieta Corroza, que responden a los mandatarios provinciales salteño y neuquino, Gustavo Sáenz y Rolando Figueroa.

Los santacruceños Natalia Gadano y José María Carambia. Por ahora son los únicos en la lista de

Toda esta recorrida da un total de 44 senadores. El pleno es de 72. Los 28 restantes son del Frente de Todos, un interbloque que ahora quiere pasar a ser una bancada “unificada” y ya tiene el “no” de Convicción Federal, de cuatro integrantes. Con 25 en sintonía, el kirchnerismo mantiene un tercio propio. Si eso llegara a fracturarse, el Gobierno no los necesitará, ni siquiera, para discutir la Corte Suprema, que requiere dos tercios. La gran incógnita a saldar es qué hará un puñado gobernadores justicialistas ante las directivas de Cristina Kirchner, que sostiene como general suyo al formoseño José Mayans. En la provincia ya se preguntan si lo hace, en simultáneo, con el mandamás Gildo Insfrán.

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