En el marco de una semana dedicada al emprendedurismo local, en Libertad de Expresión (Radio Rock & Pop 106.9, Tucumán) entrevistó a Ely Grimalde, pastelera y creadora del emprendimiento “Ely Grimalde”, con base en Balcarce 231, en la ciudad de San Miguel de Tucumán.
Grimalde inició su actividad antes de la pandemia, elaborando productos de forma informal para familiares y amigos. Con el impulso de su entorno cercano —quienes la animaron a ofrecer sus creaciones—, avanzó hacia una producción más estructurada. Un momento clave llegó en 2020, cuando, pese al inicio de las restricciones sanitarias, decidió avanzar con los pedidos de Pascua: “Habíamos comprado todos los insumos… decidimos apostar a hacer lo mismo los huevos, a levantar los pedidos. Y creo que eso fue un antes y un después”.
Desde entonces, su emprendimiento ha crecido sostenidamente, con presencia en Instagram, Facebook y TikTok (bajo el nombre Ely Grimalde), y una propuesta centrada en tortas, tartas y alfajores artesanales. Entre sus productos destacados se encuentra el alfajor Kita, creado en homenaje a su madre, y el alfajor de limón y frambuesa, desarrollado para representar a Tucumán en el Campeonato Mundial del Alfajor.
Grimalde vincula el origen de su vocación con su historia familiar. Criada junto a cuatro hermanos varones, tras la muerte de su padre, fue su madre quien sostuvo el hogar mediante actividades emprendedoras. “Vengo de ella arrastrando el impulso de emprender, el de salir adelante”, señaló durante la entrevista, destacando que esa impronta está “muy incorporada” en su forma de afrontar los desafíos cotidianos.
“Vengo de ella (Su madre) arrastrando el impulso de emprender, el de salir adelante”
La entrevistada reconoció que el emprendimiento no se sostiene únicamente con la calidad del producto. También requiere capacitación continua en gestión, costos y comunicación digital: “Hoy por hoy uno también tiene que estudiar el tema de las redes sociales. Fundamental. No es solamente hacer una rica torta, sino el cómo la vendes… es salir a buscar también a los clientes y mostrar nuestros productos”.
A la pregunta sobre qué aprendió al emprender, respondió: “Uno va aprendiendo todos los días. El levantarse todos los días y seguir apostando. Por más de que no haya venta, por más de que esté difícil… el no bajar los brazos. Es fundamental. El emprendimiento no es de la noche a la mañana, sino día a día”. En esa línea, reiteró una frase que resume su enfoque: “No es de la noche a la mañana, es paso a paso”.
Consultada sobre el vínculo entre lo afectivo y lo comercial en su trabajo, explicó que no hay separación entre ambas dimensiones: “Yo lo que transmito, lo que hago, es lo que soy en realidad. Esa tenacidad, esa fuerza, todo para mí va de la mano”. Mencionó también la importancia del intercambio con otras pasteleras locales, a quienes considera “familia”, y con quienes comparte ideas y experiencias.
“No es de la noche a la mañana, es paso a paso”
Sobre su rutina, destacó el placer que le genera el proceso productivo en sí mismo. “Tengo muchas recetas que fui modificando que eran de mi mamá… me encanta trabajar con las masas”, dijo, para luego añadir: “Me encanta estar con la mano en la masa”.
En cuanto a sus proyecciones, señaló que aspira a consolidar un local con espacio para degustación y posiblemente talleres de formación. “La idea es crecer siempre… uno como emprendedor no se conforma con el solo hecho de decir: ‘bueno, tengo un local a la venta’. Uno siempre quiere más”.
La entrevista concluyó con un reconocimiento al trabajo de Grimalde como ejemplo de quienes “construyen desde cero y transforman su pasión en un proyecto de vida”.







