
Gustavo Beliz propuso un “diálogo cuatripartito”, con la participación de empresarios, trabajadores, Estado y científicos, con el fin de acordar “una regulación apropiada para que la Inteligencia Artificial no se convierta en una asesina serial de puestos de trabajo”.
El ex ministro y miembro de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales del Vaticano fue uno de los participantes este miércoles de un panel organizado por la CGT, en su sede de Azopardo 802, sobre “Los desafíos del mundo del trabajo en la era de la Inteligencia Artificial”.
Además de Beliz, otro de los oradores fue el ex ministro Rafael Bielsa, mientras que en una segunda mesa, presentada por el cotitular de la CGT Jorge Sola (Seguros), hablaron el ministro de Trabajo bonaerense, Walter Correa; Gimena Viveros Álvarez, Juan Corvalán, Lourdes Puente, Pablo Rodríguez y Alelí Prevignano.

En la primera parte de la charla, Beliz reflexionó sobre el tema a partir de lo que acaba de publicar en su libro “Atlas de Inteligencia Artificial para el Desarrollo Humano de América Latina y el Caribe”, que analiza el avance de la IA en la región y sus consecuencias sobre la estructura social y económica. En ese sentido, consideró que “el movimiento obrero organizado, desde la CGT con sus diferentes relaciones a nivel mundial, puede jugar un rol muy importante en esta convocatoria de los trabajadores para un adecuado empleo de la Inteligencia Artificial».
Al comenzar su presentación, Beliz resaltó que la IA es “el principal tema político de la humanidad” y advirtió: “No estamos aquí discutiendo una herramienta tecnológica sino la conformación de un sistema político y social, humanista, que va a marcar fuertemente, y ya está marcando, el futuro del planeta”.
El ex ministro dijo que trabajó en su nuevo libro “con la idea de una navegación de una serie de continentes que en algunos casos son conocidos y en otros casos fue como navegar en un continente desconocido, una tierra incógnita”. Detalló que los cuatro continentes que analiza el Atlas, “el primero es el de la ley, qué tipo de ley va a regir a la inteligencia artificial, de qué manera atraviesa las entrañas de la Tierra con la minería, con los metales raros, con los grandes centros de datos, con lo que tiene que ver el poder de computación, con el desarrollo tecnológico, llegando hasta el cielo con los satélites y llegando hasta, hasta el espacio ultraterrestre”. El segundo, dijo, implica “cómo se puede potenciar la energía solar a través de satélites que están fuera de la órbita del planeta Tierra”.

“El tercero es la inteligencia artificial para el bien y para la vida, vinculada a la salud y a la educación, básicamente, y a la fabricación potencial de seres humanos -agregó- y el cuarto elemento tiene que ver con la inteligencia artificial y la cuestión ecológica, y el quinto, la cuestión ética y la cuestión democrática”. Y afirmó: “Hay un sexto continente, inexplorado aún, que es el no sé. Cuando a los grandes creadores de estos modelos les preguntan: ¿ustedes piensan que estas cuestiones pueden llevar a la extinción del género humano si se siguen desarrollando al nivel que se están desarrollando?, lo que a uno lo deja pasmado es que la respuesta es: no lo sabemos».
Destacó enseguida la figura del papa Francisco, con quien el propio Beliz empezó hace más de 10 años los primeros seminarios en la Academia de Ciencias Sociales del Vaticano en donde se habló de “la inteligencia artificial para la paz”, y precisó que en 2014 Jorge Bergoglio “puso mucho énfasis en la necesidad de que la inteligencia artificial no se use para la guerra, para la carrera armamentística, y que el incumplimiento de las normas que rigen la IA tenga sanciones, tenga consecuencias”.
Beliz señaló luego que quería centrar su presentación en lo que llamó “un gran proyecto transformador para Argentina y para América Latina a partir de la inteligencia artificial popular”, tras lo cual definió: “La inteligencia artificial va a ser lo que los seres humanos definamos que sea”.

“Hay que evitar este concepto del piloto automático, del determinismo algorítmico, así como estaba el determinismo histórico -alertó-. Esto no es un piloto automático que llega porque alguien lo define, como una nueva religión que se va a imponer, sino que va a depender de lo que los seres humanos decidan, antes que nada, como construcción social y como organización comunitaria, y luego como coordinación tecnológica”.
Para el ex funcionario, “por eso es importante una inteligencia artificial con ética por diseño” y enfatizó: “Se habla de ética sin fronteras; es decir, que al diseñar los modelos de inteligencia artificial, se tengan en cuenta dos cosas esenciales. En el horizonte ético, que no se diseñen para la adicción, porque los modelos hoy de inteligencia artificial generan adicción mental, adicción al juego, al consumo compulsivo, y que se diseñen, por el contrario, para el desarrollo humano, lo cual es posible realizar también para un buen empleo con lo que se denominan los guardarrails, como una autopista que tenga un buen empleo y líneas rojas que no se pueden superar”.
El potencial transformador de la inteligencia artificial quedó ilustrado por Beliz con ejemplos concretos: “Compañeros de universidades públicas, de la acción social y de Cáritas están desarrollando una aplicación que permite medir el nivel de nutrición y el nivel de calidad de la comida que se entrega en los comedores populares y los comedores escolares para que se pueda hacer un seguimiento de cómo llega esa comida, qué capacidad nutritiva tiene, qué efecto tiene en el chico que la consuma”. Además, destacó que “pescadores de México están pudiendo diversificar y optimizar el funcionamiento de su actividad gracias a la inteligencia artificial” y que “las tejedoras de Jujuy pueden colocar sus productos en el exterior de una manera más eficaz gracias al comercio electrónico propulsado por la inteligencia artificial”.

El expositor también abordó el impacto en el empleo y la necesidad de regulación: “Un economista muy importante del MIT dijo que ”también hay empleos que se pueden crear con la inteligencia artificial, como se crearon con la Revolución Industrial”, aunque advirtió: “La velocidad de ese cambio requiere un ritmo regulado. Como dijo uno de los creadores de la inteligencia artificial, no requiere acelerar el auto cuando estamos transitando una autopista con niebla porque nadie sabe lo que queda del otro lado de la eterna incógnita si se produce el advenimiento de la inteligencia artificial general’”.
El análisis de Beliz incluyó referencias a un estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI): “La inteligencia artificial no es una vara mágica. Requiere la participación de todos los actores involucrados en el seno de una empresa para que dé los frutos de productividad deseados. Si se introduce a la fuerza, no genera ni mayor ni mejor producción, ni mejor compromiso de los trabajadores”, citó el expositor. Además, subrayó: “La inteligencia artificial tiene que tener en cuenta la equidad de los salarios. El valor social agregado que incorpora la empresa. De ahí que sean tan importantes, como dice el FMI, las convenciones colectivas que incorporen el factor tecnológico y que acuerden pautas predistributivas del valor tecnológico que va a incorporar esas nuevas modernizaciones”.

La exposición concluyó con una advertencia sobre los riesgos sociales y la necesidad de una orientación ética: “La inteligencia artificial no puede ser una aliada del juego. El juego no puede ser un aliado de la política financiando campañas electorales oscuras. La inteligencia artificial no puede ser un aliado de la adicción, no puede ser un aliado del narcotráfico, no puede ser una aliada de elementos que generan un secuestro de nuestra atención y de nuestra humanidad”.
Para ilustrar el desafío, Beliz citó una frase del cura Brochero: “Dios es como los piojos, está en todos lados, pero sobre todo en los pobres, en los más pobres”. Y advirtió: “Lo vemos hoy con la inteligencia artificial. Está en todos lados, en nuestros teléfonos, en nuestra vida cotidiana, aunque no lo admitamos, pero, sobre todo, corre el riesgo de impactar sobre la vida de los más pobres. Hay chicos de 8, 9 y 10 años que hoy son adictos al juego por el mal empleo de la inteligencia artificial”.
Sin embargo, dijo que “estos instrumentos también pueden ser aliados para cerrar la brecha de equidad y de justicia social que existe en nuestras comunidades”.







