El Griego: una librería que abraza, huele a tinta, café y posibilidades

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Hay lugares que no se miden en metros cuadrados, sino en latidos. Y El Griego —esa librería en el corazón de San Miguel de Tucumán que lleva más de medio siglo en pie— late.  Late como un pulso compartido.

Esta semana, Borja Michaelsen y yo conversamos con el Doctor Juan Manuel Frangoulis, responsable de Librería El Griego Tucumán: más de 50 años como refugio de lectores y en un diálogo que —como suele ocurrir cuando se habla de libros con quien los vive— se volvió rápidamente una conversación sobre cómo sostenerse en el mundo sin perder el tacto, el olfato, la mirada.

No fue una entrevista técnica. Fue, como dijo Borja al inicio, una pausa intencional en medio del vértigo, que mañana a mañana intenta llevarnos de llavero: “Se vienen las fiestas, se vienen momentos de regocijo. Vamos a relajar un poco… porque yo disfruto mucho leer”.
Y ahí, en esa frase sencilla, ya estaba todo: la lectura como acto en si mismo; y yo que no paro de preguntarme me inquirí: ¿acto de resistencia, como reivindicación del lento, de lo  compartido.

“Ya en la librería, efectivamente, al pie del cañón, como dirían mis padres”.

“Al pie del cañón” fue la primera expresión del Doctor Juan Manuel Frangoulis, y se que puede sonar épico, pero en su voz, tomó el color y calor de lo doméstico. Porque El Griego Libros puede ser una trinchera; pero también es un refugio que se teje día a día. Con un equipo que lleva años trabajando juntos. Con una memoria que no se digitaliza: “Te intuyen, te huelen, te dicen: ‘ah, vas por este lado… vos sos fan de Larson, ¿no?’”.

Y es que en una librería así, elegir un libro —o un desayuno— no es un acto de consumo es una especie de reconocimiento, de mutuo reconocimiento es un «te veo» es el instante de la mirada, así que no, no es magia, es el registro del otro en el cotidiano. Es atención. Es la práctica y puesta en valor constante de ver al otro —no como cliente—, sino como sujeto con deseos, sujeto de humores, de ciclos internos, de dinámica de lo humano.

Borja lo sintetizó con esa agudeza tan, pero tan suya:
“Las librerías son lugares de encuentros, pero también de perspectivas de futuro”.

Y Juan Manuel completó:
“Para los tucumanos y tucumanas que trabajamos en Tucumán, para tucumanos y tucumanas, siempre le ponemos ese gustito y ese condimento nuestro… Eso hace que esos lugares te abracen mucho más que otras cadenas en donde la identidad se diluye, la multinacional carece de esa cercanía que tiene lo netamente local”.

Esta afirmación no debe ser confundida con un discurso, porque esa expresión es una afirmación de una ética territorial. Una manera de decir: esto es nuestro, no por propiedad, sino por cuidado, por herencia, por identidad.

Y entonces recordé, y se lo dije a Juan Manuel y a Borja en el aire, esa sensación física que me invade cada martes, al salir del estudio: el olor del papel nuevo, la tinta fresca, el café recién hecho. y ni lerdo ni perezoso el doctor califico la sensación como una tormenta perfecta.
Ahora que lo pienso mientras recuerdo el momento lo despego de la nostalgia y lo sitúo en lo que podríamos designar como sensorialidad, como política: elegir el tacto del libro y no el tacto de la pantalla, elegir mil veces el abrazo presencial por encima, por sobre el like, la conversación que se extiende sin cronómetro sin percepción temporal por sobre el story efímero.

“Hoy los adolescentes ven películas, cada uno por su lado, en distintos puntos. Yo digo: eso no es una relación”.

No fue una crítica fue una observación de los tiempos actuales por parte de Borja. Fue un lamento suave —y urgente— por lo que se pierde cuando dejamos que lo digital colonice todos los espacios del encuentro.

Pero El Griego no se resigna. Este año amplió su catálogo con editoriales independientes de Tucumán, del NOA, del NEA —y sí, también de México y España—, porque, como señaló Frangoulis con orgullo discreto:
“De Córdoba para arriba somos la librería con más títulos en stock. Y lo hacemos desde lo local, pero sin cerrarnos al mundo”.

Y para estas fiestas —sí, esas que llegan cargadas de tensión, de incertidumbre, de miserias electorales— decidieron hacer un esfuerzo colectivo:

  • 10% de descuento mínimo en efectivo (y más, según el título);
  • 3 cuotas sin interés con tarjeta;
  • Envíos gratuitos en todo el Gran San Miguel —y tarifas accesibles al resto del país. Sí: hasta Ushuaia. Hoy mismo, nos contó el Doctor Juán Manuel Frangoulis, partió un paquete rumbo al fin del mundo, a Ushuaia.

Pero lo mejor vino al final —como en los buenos libros, en la última página:
“En enero no sólo les comento que la librería no va a parar… vamos a tener un segundo encuentro de libro, café y jazz. Y los chicos de Jazzfer van a filmar un concierto en vivo… ¡dentro de la librería!”.

Imaginen: estantes de libros como testigos mudos, el contrabajo vibrando entre las novelas, el saxofón deslizándose por los ensayos filosóficos.
No es marketing. Nada que ver; es cultura sonando, vibrando, latiendo, perfumando inundando sensorialmente el ambiente… Es ceremonia.


Esta conversación se emitió en el marco de Libertad de Expresión, el programa creado, producido y conducido por Graciela Nuñez, que se transmite de lunes a viernes de 7 a 9 por Rock & Pop Tucumán, 106.9 MHz —y cuyo diario digital homónimo sigue siendo, en tiempos de algoritmos y virales vacíos, un espacio donde la palabra se teje, se dice y se escribe con cuidado, con nombre propio y con su tiempo sin urgencias como saboreando un buen café al tiempo que deslizas las páginas de un libro, en muñecas 287, en Librería El Griego.

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