Hasta hace pocos días Yésica Oviedo, una empleada doméstica de 38 años, cada vez que iba a la ciudad de Buenos Aires a trabajar como empleada doméstica, juntaba agua en botellas y bidones para la vuelta. Esto era así porque donde vive, en Sol y Verde, un barrio humilde de José C. Paz ubicado a unos 48 kilómetros de CABA, no hay agua de red. Allí se mudó hace cinco años con sus cuatro hijos, de entre 11 y 19 años, tras separarse de su expareja, un hombre que la golpeaba y le causó una parálisis en la mitad de su cuerpo.
A pesar de las muchas carencias de su nuevo hogar (una casilla de madera sin baño, en un barrio de calles de tierra, sin cloacas ni acceso a transporte público), es en donde pudo y decidió empezar de cero y darle calidad de vida a sus hijos.
Yésica decidió contar su historia en LA NACION hace dos semanas. Y su presente empezó a cambiar vertiginosamente. Con mucho esfuerzo y la ayuda de una ONG, Yésica y sus hijos hoy cuentan con agua en su vivienda y un baño. Quien más la ayudó es Módulo Sanitario, una organización que lleva construidos 1600 baños en 50 barrios vulnerables de 10 provincias del país.
“Este año pude ir mejorando la vida de mi familia y pienso seguir esforzándome, aunque a veces todo es cuesta arriba”, le cuenta a LA NACION Yésica y advierte: “Pero en el barrio todavía hay muchos adultos y niños que no tienen algo tan básico como agua y baño”.
Desde la realidad de su barrio, Yésica habla sobre carencias básicas que afectan a gran parte del país. El 10,3% de los argentinos no tiene acceso al sistema de agua corriente (unas 4,5 millones de personas), según datos del Indec del primer semestre de 2024.
De acuerdo con AySA, la operadora de servicios de agua y saneamientos, en José C. Paz “se mejoró la calidad del servicio en las áreas ya servidas, pero no se desarrollaron obras de expansión de los servicios”. No obstante, el barrio Sol y Verde de esa localidad no cuenta con redes de agua potable de AySA y “al presente la empresa no tiene ninguna obra prevista, ni iniciada en este barrio”, informaron.
Por otra parte, unos 900 mil niños, niñas y adolescentes en la Argentina crecen sin baño o tienen uno muy precario dentro o fuera de su casa, con un inodoro sin descarga mecánica de agua, sin conexión cloacal, ni lavatorio, ni ducha, ni agua caliente, ni luz, como lo expuso LA NACION en una investigación especial en base a datos del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA. Diferentes especialistas también señalaban que no acceder al agua, a la posibilidad de aseo, impacta directamente en la salud física y mental de las personas.
El esfuerzo y la ayuda que dan frutos
Hace cinco años que Yésica y sus hijos viven en el barrio Sol y Verde. Antes vivían en Montegrande, en la casa de su expareja. Tras uno de los ataques que sufrió por parte de ese hombre, Yésica estuvo internada con un principio de ACV, no podía mover el lado izquierdo de su rostro y de su cuerpo. Cuando estuvo mejor, los médicos le recomendaron hacer sesiones de rehabilitación, pero solo pudo pagar la primera semana y continuó en su casa haciendo los ejercicios para recuperar la motricidad.
En secreto, y aún conviviendo con su expareja, ella decidió ir juntando dinero de lo que cobraba en las casas de familia para comprar el pequeño terreno en José C. Paz. Cuando pagó el total del dinero, se mudó.
Si bien tenía el apoyo de su madre, que se encuentra en San Vicente, y de su hermano, que trabaja haciendo changas y hoy vive con ella, atravesó una gran depresión. Las secuelas del maltrato y los golpes seguían latentes. “Pasa que el maltrato te hace sentir que no sos nada”, explica. Pero se aferró a sus ganas de vivir para sacar adelante a sus hijos, “porque se merecen todo”. Con el tiempo entendió que ella también era merecedora de una vida mejor.
Por eso cuando supo de la ONG Módulo Sanitario y aplicó para ser beneficiaria. “Usábamos el baño de una vecina y en casa para asearnos nos arreglábamos con un balde. Era difícil porque a mi nena más chica le daba vergüenza ir, incluso una vez se enfermó porque se aguantaba las ganas”.
Yésica dice que sin la ayuda de las ONG que se acercan al barrio, como Módulo Sanitario, sería todo más difícil. Sin embargo, destaca, varias veces en la conversación, que ayudar no es dar todo de arriba, también incentivar el esfuerzo.
“Estoy muy agradecida porque tenés que pagar el 10% del costo del baño, eso ayuda a que una se esfuerce para salir adelante. A mi me ayudó porque hice un pacto para pagar una parte cada semana y si no llegaba me ponía a vender pan o galletitas. Ahora veo el fruto de ese esfuerzo”, explica.
Con su baño ya instalado, solo le faltaba el acceso al agua. Una de las familias para las que trabaja vieron el posteo de su historia en las redes sociales de LA NACION. Allí se pedía ayuda para que pudiera pagar la perforación del terreno y tener agua. Le preguntaron por qué no les había pedido a ellos el dinero y quisieron darle el costo total.
Ella accedió a que le pagaran la mitad. “En todo lo que hacemos siempre tiene que haber una parte de esfuerzo personal. Son muy considerados siempre conmigo, conocen mi historia y me tienen mucha confianza”, dice agradecida.
El nuevo proyecto de Yésica
Yésica se levanta todos los días a las 4.40 de la mañana para llevar a sus dos hijas menores a una escuela en Palermo. Gino, de 17, va a una escuela técnica y Ximena, de 19, está por ingresar a una escuela nocturna porque quiere trabajar por la mañana para ayudar en la economía familiar. “Lo más importante es que estudien, eso se los digo siempre”, cuenta.
Luego de dejar a las más chicas en la escuela, va a trabajar a Palermo o Floresta, donde viven las familias que la emplean. Al terminar su jornada pasa a buscar a las pequeñas y como el viaje se les hace largo, hasta dos horas o más, las niñas aprovechan para hacer la tarea y a veces, irremediablemente, para dormir un poco. “Con suerte llegamos a las 9 a casa, pero estamos acostumbradas, porque no conseguimos vacantes en los colegios de José C. Paz”.
Esta mujer, de pelo corto, ojos grandes y sinceros, dice que está feliz porque de a poco ve cómo su familia progresa. Vuelve a hablar de su barrio. Dice que lo ve muy dejado de lado, sin seguridad, sin servicios y ve con preocupación que han cerrado muchos comedores. Entonces cuenta cuál es su nuevo proyecto.
“Ahora que tengo agua y estamos mejor, quiero poner un merendero para que los chicos no estén dando vueltas en la calle y también tengan un espacio para que hagan la tarea, para apoyo escolar. Hay muchas necesidades acá de alimentación y educación”, dice.
En esta nueva etapa, su idea es abrir su casa los sábados y algún día de la semana en el que no trabaje. Sabe que su hermano la apoya y confía en que las madres del barrio le darán una mano: “Siempre alguien ayuda a ayudar porque todos queremos progresar, todos”.
Cómo colaborar
Módulo Sanitario lleva construidos más de 1600 baños en 10 provincias. La ONG sostiene su obra gracias al trabajo de voluntarios y donantes particulares y empresas. Para apoyar su obra, podés:
● Participar como voluntario en Buenos Aires, Córdoba y San Luis
● Hacer posible su trabajo con una donación mensual