Impacto electoral: interna al máximo en el peronismo y cuenta decisiva entre la LLA y el PRO

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Manuel Adorni, flanqueado por Javier y Karina Milei

Las ambiciones y apuestas políticas se suceden es estas horas a un ritmo vertiginoso y disociado de la realidad cotidiana, pero lo que pasa igual deja huella. Hace apenas seis días, hubo elecciones en cuatro provincias y, junto a la afirmación de los jefes territoriales, los resultados sacudieron especialmente la interna del peronismo/kirchnerismo. También dejaron material para especulaciones en el oficialismo nacional y en la oposición rotulada como dialoguista. Sin embargo, en ese tablero, la partida fuerte se jugará mañana en la Ciudad de Buenos Aires. Y la mayor cuenta pendiente es entre LLA y el PRO, es decir y sin vueltas, entre Javier Milei -su círculo apretado- y Mauricio Macri, con evidente dimensión nacional.

 Un síntoma del referido desacople de intereses políticos y sociales quedó expuesto por los porcentajes de participación, módicos cuando no realmente bajos, en los cuatro casos de la semana pasada: la asistencia apenas pasó del 50% en el Chaco, rozó el 59% en Salta y superó por poco el 60% en San Luis y Jujuy. Se verá qué ocurre mañana en el capítulo porteño. La prueba trasciende por mucho el límite distrital y a la vez sugiere una especie de pulseada en la que interesa poco o nada la renovación de la legislatura local. De hecho, supone más bien una prueba con la mirada puesta en la disputa nacional de octubre. Está claro que será determinante en esa dirección y que marcará además lo que pueda pasar en la Provincia de Buenos Aires, en materia de internas y de alianzas u otros experimentos.

La elección porteña siempre tiene proyección nacional -por su condición de vidriera política y registro centralista-, con un par de agregados que fueron aumentando la expectativa: la jugada que implicó desenganchar los comicios locales del turno nacional y el giro que profundizó la caída de Ficha Limpia, con las sombras de la operación para dejar el proyecto en la banquina. De manera descarnada, la condición de batalla central quedó entonces para la disputa entre mileismo y macrismo, relegando las consignas que cada uno de esos dos espacios buscaban imponer como alternativa excluyente al kirchnerismo. De paso, le ahorró trabajo a Leandro Santoro, en el repetido intento de disimular su mochila de relaciones con CFK, Alberto Fernández y hasta el PJ tradicional en formato porteño.

La batalla entre Manuel Adorni y Silvia Lospennato exhibió de manera creciente el quiebre entre Milei y Mauricio Macri. El Presidente decidió participar de manera directa y activa en la campaña y agregó a su lista de descalificaciones al PRO y a Macri. En paralelo, reservó para el vocero y candidato una serie de anuncios, algunos de ellos -como las restricciones en el régimen de inmigraciones- repetido y, en rigor, pendiente aún del decreto que haga efectiva la norma.

De manera llamativa, Milei decidió cancelar el viaje a Roma programado para asistir a la celebración religiosa de asunción de León XIV. Se argumentó una “cuestión de agenda”. Difícil encontrar una actividad de mayor trascendencia. Pero más significativo fue el esfuerzo -finalmente insuficiente o mal encarado- para avanzar con un tema de visible magnitud, alta complejidad y esperable cuestionamiento: una especie de blanqueo o vista gorda para el uso de dólares no declarados legalmente.

Las versiones desde el propio oficialismo indican algún grado de análisis diferente en las áreas económica y legal. El anuncio fue suspendido sobre la hora el mismo jueves. Era trabajado como una movida de fuerte impacto casi en el cierre de campaña. La explicación inicial sobre la postergación resultó sorprendente: Adorni dijo que fue una decisión para evitar acusaciones opositoras sobre uso electoralista. Desde Economía, insistían con que la norma estaba prácticamente lista, después de semanas de versiones informales, anuncio del vocero y declaraciones de Luis Caputo y el Presidente.

Sin embargo, y otra vez como con la caída de Ficha Limpia, Guillermo Francos contradijo de hecho lo que era la versión oficial. En este caso, informó que faltaba ajustar cuestiones jurídicas. ¿Sólo eso? Está claro que una medida como esta necesitaría algún paso legislativo -si afecta Ganancias y aspectos de la legislación penal tributaria-, pero además quedaría bajo la lupa del GAFI y hasta del FMI en temas sensibles como blanqueo y lavado. Tal vez alguien haya leído o se haya anticipado a ese tipo de señales.

Silvia Lospennato, con Mauricio Macri, en el final de campaña

En cualquier caso, la serie de anuncios oficiales expuso hasta qué punto se juega una partida nacional. La tensión en aumento entre Olivos y Macri llegó a un punto de quiebre que paralizó las conversaciones en la provincia de Buenos Aires. Por supuesto, no está interrumpido el contacto entre los operadores de LLA y los amarillos más proclives al acuerdo. Pero también a ellos los condiciona la elección porteña: un buen resultado del PRO fortalecería a Macri y un mal final, los dejaría en posición de negociar pero en la debilidad del naufragio. La chicana de los últimos días señala el pobre lugar obtenido por Patricia Bullrich para su gente en la lista violeta de la Ciudad.

Entre otros datos llamativos, por la apariencia contradictoria, se destaca también que cualquiera sea el desempeño de Santoro, nada se perfila como capital para CFK, metida como está en el pase de facturas por las experiencias de lo que va del año electoral. Está claro que un mal o regular resultado en la elección porteña no aportaría a ningún espacio peronista, pero incluso un éxito expondría la inconveniencia de asociarse a la ex presidente. En la campaña, se borró o se buscó disimular cualquier relación con las pasadas experiencias del peronismo/K.

Los comicios realizados hasta ahora no permiten conclusiones cerradas y a proyectar en el caso del oficialismo nacional. Le fue mal en las disputas locales contra gobernadores de lo que fue JxC o aliados (Santa Fe, Jujuy, San Luis) y aún con buen paso, también ante la coalición original y de marca peronista en Salta. La única experiencia de alianza con un jefe provincial -es decir, respetando el liderazgo local- fue en el Chaco, asociado al radical Leandro Zdero y lejos del PRO.

La cuenta es bastante más clara para el peronismo. No ha logrado ninguna sonrisa en las elecciones provinciales y en todos los casos, fue mala la cosecha en el marco de peleas internas y fragmentación. También, en un par de distritos, con el PJ intervenido por decisión de la conducción nacional. Quedó segundo y lejos en Santa Fe, Chaco y San Luis. Y resultó tercero en Salta y Jujuy.

Por supuesto, esto alimenta la interna con CFK, que en la mirada nacional parecía acotada a la provincia de Buenos Aires. Los resultados en esas provincias amplifican los cuestionamientos a la falta de amplitud del kirchnerismo, que facilita las fisuras generadas por la relación de Olivos con algunos gobernadores, y repone la demanda doméstica de un perfil nacional conversado precisamente con los jefes provinciales.

Los planteos sobre la necesidad de “unidad”, como siempre, llevan implícita la tensión sobre el liderazgo o la falta de liderazgo, entendido como un ejercicio vertical. Es llamativo, pero el relejo sobre ese modo de entender la política y el poder se extiende a otros espacios formalmente enfrentados en este año electoral. Esa más que una cuestión de formas.

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