“Vamos a volver”: Cristina Kirchner pelea por su centralidad, lanzó una invitación al PJ y piensa en 2027

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La Cámpora será la principal fuerza política que luche por mantener vivo y fuerte el liderazgo de CFK

Un señor grande, de unos setenta y pico de años, se instaló al costado del pasillo por donde ingresaban todos los dirigentes a la zona vip, dispuesta adelante del escenario, en corazón de la Plaza de Mayo. Tenía el libro “Sinceramente” en la mano y le gritaba a cada uno de los que pasaba que se unieran. “Hay que unirse para volver”, le gritó a Agustín Rossi. Después arrancó a cantar “Vamos a volver”, la canción que identificó el proceso de reorganización del peronismo en el 2019. Lo siguieron varios. Tenían ganas contenidas de cantarlo.

En su primera aparición como detenida, Cristina Kirchner mandó un mensaje grabado para ser escuchado en el acto realizado en su nombre. “En esta etapa es necesario organizarse para clarificar cuál es el verdadero problema que tiene nuestro país. Vamos a volver con más sabiduría, con más unidad y con más fuerza”, sostuvo la ex mandataria, que empezó a cumplir la condena de 6 años por la causa Vialidad.

CFK pelea por su centralidad. Su gente pelea por la centralidad de ella. La militancia ultra K se acopla a esa pelea. Son un sector del peronismo. Importante, trascendente, pero que no determina la hoja de ruta de todo el espacio político. Para muchos dirigentes, la marcha de hoy fue necesaria para mantener una línea de coherencia en el discurso de proscripción política que tantas veces fue una bandera discursiva.

El “Vamos a volver” tiene un tono épico que empuja a los corazones kirchneristas, pero que no conmueve a los que están fuera de ese círculo chico. En el Movimiento Derecho al Futuro (MDF), por ejemplo, admiten que a partir de mañana el tiempo de la negociación electoral volverá a marcar la agenda interna del peronismo. Exactamente en un mes se cierran las listas. Inevitablemente, todos tienen que sentarse a negociar.

La ex presidenta grabó un mensaje que fue reproducido para la multitud que se juntó en la Plaza de Mayo (Maximiliano Luna)

Los más duros vieron en la marcha de hoy una suerte de “despedida” a la centralidad plena de CFK y su influencia, siempre determinante, en los armados electorales. Sin poder competir, sus acciones valen menos. En la otra punta, los más entusiastas divisaron en la multitudinaria concentración un punto de encuentro para todo el peronismo y un momento clave para comenzar a rearmar la estructura del peronismo nacional. Con una particularidad: CFK debe estar a la cabeza de ese proyecto.

La unidad del peronismo en la calle fue circunstancial. Fue hoy y por un tema en el que no hubo matices. Pero la vida interna de la fuerza política no depende exclusivamente de la situación judicial de la ex presidenta. No solo hay un proceso electoral que organizar, sino que también hay una necesidad latente, de gran parte de la dirigencia, de encontrar un rumbo para diseñar una opción política sólida y ordenada. Todo lo que el peronismo hoy no tiene.

La CGT dio libertad de acción a los gremios que la componen, pero no se movilizó. Los gobernadores dieron su respaldo en la reunión de ayer en el PJ, pero, salvo Axel Kicillof y Ricardo Quintela, ninguno asistió a la Plaza de Mayo. No hubo foto de unidad. Aunque prefiera no decirlo públicamente, todos tienen muy en claro que hay dos caras de la moneda. De un lado, la unidad para respaldar a CFK. Del otro, la reorganización del peronismo. No están íntimamente ligadas. Al menos, no es lo que parece por estas horas.

La detención de la ex jefa de Estado les permitió a todos los dirigentes del peronismo encontrarse en un solo lugar. Algo extraño en este tiempo de reproches incesantes y pedidos incumplidos. A nivel global, respecto al tiempo que viene, hay un punto clave de unidad. Existe una definición que, según contó Guillermo Moreno, dijo Sergio Massa en una de las reuniones del PJ: “Acá somos los peronistas contra los libertarios”. Hay acuerdo en esa definición, pero no en como llegar hasta ahí.

Axel Kicillof fue parte del acto en la Plaza de Mayo (Maximiliano Luna)

Por ese motivo, el ferviente grito de unidad a cualquier precio no tiene demasiado sentido para este momento del peronismo. Tal vez sirva para la elección inmediata. Porque la división los llevaría a una derrota asegurada. Pero fundar un proyecto nuevo que tenga la capacidad de competir por el poder en dos años, no alcanza con la épica y los gritos de guerra. Como a los grandes equipos de fútbol no les alcanza con su camiseta histórica o el aliento de sus hinchas para ganar partidos trascendentales.

Cristina Kirchner le abrió la puerta a un camino hacia el 2027. El kirchnerismo más duro se encargará de construir la idea de que ella puede volver al poder en dos años. Hay mañana. Hay una forma de levantarse. El peronismo necesita ordenar las piezas del rompecabezas. La posibilidad está. Ese fue el mensaje de la ex presidenta. Hay agua para tirarse a la pileta.

Los resultados electorales no han sido los mejores para el peronismo desde que comenzó el año. Lo que suceda en la provincia de Buenos Aires en las dos instancias (7 de septiembre y 26 de octubre) marcará con claridad dónde está parado el peronismo y que tan bien están interpretando los dirigentes las necesidades de la gente. Pueden no ser conducentes, pero los resultados del 2025 serán importantes para ver cómo se ordena la construcción de un polo opositor a Javier Milei.

A partir de hoy el peronismo ingresó en una etapa de reconfiguración. La líder más importante del espacio no puede salir ni al balcón de su casa. Las limitaciones serán muchas para poder seguir teniendo la influencia que tenía antes. Máximo Kirchner y los dirigentes de la mesa chica de La Cámpora interpretarán sus pedidos y sus directrices. Serán su voz, sus ojos, sus manos.

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