EL CALAFATE.- Jesús Ledesma es deportista, aventurero, apasionado de la vida saludable. Tiene 42 años y hace siete meses que emprendió un desafío: unir la Argentina corriendo a través de la ruta nacional 40. Partió de La Quiaca y ya lleva más de 4700 kilómetros recorridos. Lo hace en solitario, empujando un carrito donde lleva provisiones y su equipo de supervivencia, con el cual espera llegar en las próximas semanas a Cabo Vírgenes, el kilómetro 0 de la única ruta que atraviesa el país de norte a sur.
“Lo que me impulsa a hacer esta travesía es el deporte, la aventura, las ganas de vivir, conocer y ver el mundo y también llevar un mensaje a la gente con la que me cruzo: que es posible cumplir un sueño; que hay que ponerle garra, transpiración, trabajo y disciplina”, contó a LA NACION Ledesma, durante la parada que hizo en esta ciudad, donde descansó tres días antes de retomar la ruta hasta Río Gallegos, adonde llegó ayer.
Ahora se prepara para encarar el próximo martes la última parte de la travesía: recorrer los 120 kilómetros que separan Río Gallegos y Cabo Vírgenes. Lo espera un largo tramo de ruta de ripio y al final se encontrará con el emblemático faro en la entrada al Estrecho de Magallanes y con quizá los últimos pingüinos que, para esta época, dejan los nidos hasta la próxima temporada.
Su casa y su familia están en Pergamino, provincia de Buenos Aires, pero los últimos siete meses su hogar fue la banquina de la ruta nacional 40, donde fue acampando y también conociendo a viajeros como él, o aquellos curiosos que frenaban al verlo en soledad en el camino. Recorre entre 30 y 40 kilómetros por día, y busca las alcantarillas en la ruta para refugiarse del viento en los descansos.
“Todos los encuentros fueron lindos en la ruta, recuerdo el de unos chicos que van desde Ushuaia a Alaska con seis caballos, algunos días caminando y otros cabalgando, y nos encontramos aquí en la ruta sobre Santa Cruz”, detalló sobre las innumerables anécdotas de su viaje, el que va contando a través de su cuenta en Instagram que lleva el nombre de la aventura (@corriendoruta40), donde también recibe colaboraciones para la aventura. Allí describe desde los guanacos que encuentra atrapados en los alambrados hasta las historias humanas que cada día lo sorprenden.
En un carrito lleva carpa, provisiones, bolsa de dormir, una cocinita y agua. No lleva GPS ni equipos tecnológicos, solo su celular y un mapa de la ruta descargado off line. La mayor parte del camino está sin conexión a internet. Quienes lo ven frenan, le preguntan cómo está, si necesita algo. Es imposible no parar cuando uno lo ve en la ruta, incluso están los que tienen antena de Starlink y le ofrecen conectarse para mandar señales a su familia y sus seguidores.
Uno de los peores momentos
Uno de los peores momentos de la ruta los pasó en Santa Cruz cuando le tocó soportar tormentas de viento con ráfagas que superaron los 100 km/h. “Tuve situaciones de sufrir, de tener mucho miedo. Me tocó sufrir noches de 140 km/h, estaba en una alcantarilla un poco cubierto, pero daba mucho miedo. El pueblo más cerca lo tenía a 70, 80 kilómetros, así que estaba en el medio de la nada”, recordó, pero dijo que ni siquiera en esos momentos pensó en abandonar el viaje.
Por el viento que empujaba su carrito con más fuerza que lo esperado, en la localidad santacruceña de Perito Moreno un herrero le puso un sistema de frenos para ayudar a controlarlo. Su llegada o partida no pasa desapercibida. En la intersección de las rutas 40 y 41 en Santa Cruz sufrió el desperfecto de la cocina viajera; allí se refugió en un parador de la ruta que tiene wifi gratuito que brinda la empresa SSServicios, un lugar ideal para aquellos que transitan a pie, moto o en bicicleta. El lugar no tiene costos.
No es la primera aventura de estas características que realiza Ledesma: a bordo de una bicicleta durante dos años y ocho meses recorrió todos los países de América del Sur; esta vez, quiso que el desafío fuera a pie. La aventura empezó el 2 de septiembre en La Quiaca, donde tuvo que posponer un día la partida porque sufrió mal de altura. Gastó varios pares zapatillas en el camino y fue sumando seguidores en sus redes; algunos lo esperan y lo invitan a alojarse cuando cruza alguna ciudad. Otros salen al camino a encontrarlo.
“Cuando uno se embarca en un desafío de estas características, uno también va creciendo muchísimo, va superado muchas dificultades. Y cuando termina ya es otra persona”, afirmó Ledesma, quien una vez que llegue al faro de Cabo Vírgenes, el punto continental más austral de la Argentina, espera seguir camino hasta Ushuaia.
Toda la travesía la emprende en solitario. Para solventarse lleva adelante una rifa de una marca de ropa y hace poco una firma de zapatillas se sumó como sponsor.
“Parte de lo que recaudamos es para esta expedición, pero otra parte la donaremos a las escuelas especiales 502, 503 y CFI de Olavarría, mi ciudad”, detalló Ledesma, mientras comentaba que a lo largo del camino se ha ido creando una red de solidaridad y ayuda. “Siempre hay asistencia externa de alguno que pasa y frena en la ruta, o de la gente que se va enterando de la expedición y te está esperando en algún lugarcito, pero la mayor parte se va haciendo en solitario”, explicó.
Destacó que su propósito es poder dejar un mensaje con su aventura: “La vida saludable, el deporte, la aventura… Es una filosofía de vida buscar armonía en el mundo”. Es vegetariano hace 15 años y afirma que, a lo largo de estos siete meses, logró mantener su cuerpo sano durante todo el trayecto.
Aún no sabe cómo regresará con su carrito hasta Olavarría, pero tiene en claro que no será a pie. Allí lo esperan su madre, tres de sus cuatro hermanos, sus sobrinos y una comunidad que está acostumbrada a verlo partir cada tanto a algún nuevo desafío.
Para diciembre será el turno del Aconcagua, en septiembre espera correr una media maratón y, mientras esté en su ciudad, quiere retomar la tarea solidaria que ya supo hacer a través de la ONG Camino Solidario. Ahora quiere trabajar con las escuelas especiales, porque cree que todos, pero en especial los niños con discapacidad, tienen derecho a nuevas oportunidades.