El foco para terminar con las retenciones sigue siendo clave

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Aunque el Congreso suele ser últimamente escenario para los escándalos, esta semana hubo una sesión interesante convocada por el presidente de la Comisión de Agricultura de la Cámara baja, el diputado Atilio Benedetti (UCR-Entre Ríos).

Para una bebida alcohólica: el cultivo argentino que puede ser ganador en medio de la tensión entre Estados Unidos y China

Allí asistieron representantes de las entidades gremiales del agro (Sociedad Rural Argentina, Confederaciones Rurales Argentinas, Coninagro y Federación Agraria Argentina), de entidades técnicas como Aacrea y la Fundación FADA y organizaciones que vienen bregando por fortalecer el vínculo entre la política y el agro, como la Fundación Barbechando.

El eje central de la convocatoria fueron los Derechos de Exportación (DEX) que pesan mayoritariamente sobre la actividad agroindustrial. Entre las presentaciones, se destacaron las de Coninagro y FADA que hicieron hincapié en lo que puede pasar si se llevan los DEX a cero.

Según FADA, la producción de granos podría tener un incremento de 56% y llegar a los 213 millones de toneladas. A eso se llega por un aumento de la superficie (15%) de la rentabilidad (37%) y el incremento de los rindes con cierre de brechas respecto del potencial ideal (37%).

La menor presión impositiva abriría un círculo virtuoso de mayor inversión tecnológica con el uso de fertilizantes, semillas y riego. Es lo que los expertos explican como una mejora de la relación insumo -producto. Pero no solo en la producción de granos habría un impacto: habría más carnes porcina y bovina con más industrialización en aceites, harinas y otros productos derivados. Si a eso se suma un impulso a los biocombustibles por el incremento de los cortes de las naftas y el gasoil para el etanol y el biodiésel, habría un incremento de la producción general.

Además, se podrían crear unos 683.000 empleos nuevos, generar un impacto en el PBI de 3,9%, lograr un impulso a las inversiones en insumos por casi US$6700 millones y de US$964 millones en maquinaria agrícola. A su vez, habría 2,8 millones de nuevos fletes, con ingresos por US$2291 millones.

Según FADA, el impacto fiscal de reducir las retenciones podría compensarse con los tributos que se generan por la mayor actividad productiva.

Coninagro, a su vez, coincidió con este concepto al señalar que “eliminar los DEX no implica resignar recursos fiscales, sino reorientarlos”.

Puso como ejemplo lo que podría ocurrir si se eliminaran las retenciones al trigo. Para la entidad, “la superficie sembrada podría crecer un 10%, alcanzando las 6,93 millones de hectáreas, lo que implicaría un aumento del 12% en la producción, llegando a 20,4 millones de toneladas”. Eso, expresaron los cooperativistas, “incrementaría el valor bruto de la producción en 522 millones de dólares y las exportaciones en un 20%”. En definitiva, es un ganar-ganar.

Frente a esas y otras exposiciones fue llamativa la ausencia de legisladores de La Libertad Avanza (como se informa en la página 12 de esta edición). Se sabe que el ministro de Economía, Luis Caputo, ha dicho que quiere bajar la presión impositiva, pero los legisladores del espacio libertario se perdieron una oportunidad de expresar, al menos, un gesto de acercamiento con el campo.

Brooke Rollins se presenta ante una comisión del Senado en una audiencia el jueves 23 de enero de 2025, en Washington. (AP Foto/Jacquelyn Martin)

El contexto internacional es lo suficientemente incierto como para detenerse en cuestiones de ego o protagonismo político. Lo demostró la secretaria de Agricultura del gobierno estadounidense, Brooke Rollins, cuando en una entrevista televisiva dijo que “no querían carne de la Argentina”, en referencia a la política de Trump de priorizar los productos de Estados Unidos. Más allá de la curiosidad que significa la referencia por el escaso impacto que tienen las exportaciones de carne argentinas en el mercado norteamericano, lo cierto es que muestra que Washington, en materia comercial, no está dispuesto a ceder.

En la industria frigorífica vienen trabajando junto con Cancillería para que los EE.UU. incremente la cuota de 20.000 toneladas que hoy ingresan con un arancel mínimo. La amistad que parece ofrecer Trump en otros ámbitos para la Argentina puede tener un límite preciso cuando se habla de la agroindustria. Habrá que ver si el gobierno argentino retoma el guante y defiende el liderazgo del agro o, por las urgencias de la macroeconomía, lo lleva al segundo lugar de las prioridades.

En todo caso, si esa puerta se cierra, China y el sudeste asiático son regiones necesitadas de alimentos. El eje del mundo está cambiando.

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