Con la llegada del otoño, los días se acortan, las temperaturas descienden y el cuerpo empieza a buscar refugio en pequeñas rutinas reconfortantes. Entre ellas, las infusiones calientes -el té, el café y el mate– ocupan un lugar central en la vida cotidiana de los argentinos y uruguayos.
Más allá de ser bebidas tradicionales y profundamente arraigadas en nuestra cultura, estas pociones otoñales también despiertan interés por sus efectos en el organismo, su valor nutricional y su impacto en la salud. Además de sus cualidades estimulantes, estas infusiones ganaron protagonismo en investigaciones científicas.
Cafeína
Aunque distintas en sabor, ritual y origen, comparten más de lo que parece: su aporte de cafeína, que las convierte en aliadas contra el frío y el letargo. Pero ¿cuánto sabemos realmente sobre sus propiedades, su forma ideal de consumo y los mitos que las rodean?
Té, mate y café son las más consumidas en los países rioplatenses y en el mundo se preparan remojando hojas para el té o mate, granos en caso del café, en agua caliente. Aunque el té es el que tiene más cafeína en su composición por cada 100 gramos, la extracción de la sustancia es más eficiente en el caso del café (8 a 10 gramos versus 2 a 5 gramos para la bebida tradicional británica).
Por su contenido en esta sustancia natural, las tres son estimulantes del sistema nervioso, generan alerta y confort sumado a la temperatura que es aliada para competir con el frío exterior.
Cero calorías
Todas las infusiones son libres de calorías, salvo que se agregue leche, azúcar u otro alimento. No aportan energía, ni la liberan o ayudan a eliminar calorías consumidas o grasas acumuladas; en otras palabras: no adelgazan ni engordan por sí mismas.
Actualmente, diferentes hipótesis científicas vinculan su composición rica en antioxidantes con efectos “protectores de la salud” por su capacidad de neutralizar los efectos negativos y proteger a las células del envejecimiento.
Desde el punto de vista nutricional, el consumo de alimentos ricos en antioxidantes es considerado una de las formas más efectivas para reducir el riesgo de enfermedades como diabetes, dislipemia, infarto entre otras.
Cuentan como líquido
Sin sustituir al agua pura como tal, sirven para sumar al aporte diario. Son vehículo de líquido, indiscutiblemente. La calidad del agua que se utilice para su preparación condiciona el producto final así que cuanto más “dura” sea, más turbias se obtienen. En el té se ve claramente el efecto espuma en la superficie. Si, por el contrario, se usa un agua más blanda (con menos calcio y magnesio) se puede sentir un sabor salado.
Grados
La temperatura ideal para preparar el café es a 85-90 °C y tomarlo a 60 °C. No debe recalentarse porque se quema y forman sustancias que le otorgan sabor ácido.
En el caso del té y el mate, lo recomendable es tomarlo entre 70 °C y 80 °C porque es en esa marca donde se extraen las propiedades de las hojas y la yerba. Además, es lo máximo aconsejable para prevenir las afecciones del esófago típicas de nuestra región por el consumo de mate con agua hirviendo.
Variantes
En general, las enfermedades gástricas como úlcera, gastritis, colon irritable, etcétera, impiden el disfrute del mate, té y café. Los tés de hierbas y las yerbas con agregados de sustancias medicinales son una opción para quienes por indicación médica o preferencias no pueden consumir los productos originales.
Si acompañan y no sustituyen comidas, si se integran a la dieta diaria como un alimento más y en cantidades acordes a un estilo de vida saludable, cualquiera de estas tres infusiones son además de motivo para el encuentro, una oportunidad para disfrutar del bienestar de una bebida reconfortante y natural.
Por Luciana Lasus