El duelo que reunió a Aryna Sabalenka, la actual número uno del mundo de la WTA, y Nick Kyrgios en la cuarta edición de la Batalla de los Sexos ofreció mucho más que un simple marcador. El evento, celebrado en Dubái, se desarrolló bajo reglas especiales, impulsando el espectáculo y atrayendo la atención internacional tanto por su nivel de tenis como por su energía en la pista.
Pese a la victoria de Kyrgios, quien se impuso con un doble 6-3 en el marcador, el encuentro tuvo momentos de protagonismo absoluto para la jugadora bielorrusa. A lo largo del partido, Sabalenka no solo mostró su destreza, sino que brindó un espectáculo adicional durante los descansos, incluso al bailar “La Macarena” en plena cancha, ejecutando cada paso con precisión y una sonrisa ante las cámaras. Esta edición de la Batalla de los Sexos —que terminó con el triunfo del australiano, actualmente clasificado 671° del ranking ATP pero con pasado de top 15 y finalista de Wimbledon— se destacó por el ambiente festivo y la participación de figuras mediáticas.
Desde el inicio, el espectáculo apuntó a cautivar al público. Aryna Sabalenka ingresó a la pista vestida con una chaqueta brillante y la famosa banda sonora de “Eye of the Tiger”, generando una ovación y estableciendo el tono del evento. Estas imágenes, sumadas al alto nivel de tenis mostrado, con puntos destacados como la derecha cortada de Sabalenka para pasar a Kyrgios en la red —jugada que llevó al australiano a aplaudirla en pleno partido— marcaron la jornada.
Las restricciones técnicas diferenciaron este encuentro de una competición profesional: no hubo cambios de lado después de cada set, cada participante contó con un solo saque por punto —la falta en el primer intento significaba la pérdida inmediata del punto— y las dimensiones del campo del lado de Sabalenka fueron reducidas un 9% respecto al estándar, para equiparar fuerzas. La organización optó así por garantizar la competitividad, ajustando el formato para resaltar el talento de ambos tenistas.
El desenlace del partido subrayó la capacidad de ambos para desplegar su mejor tenis pese a tratarse de un espectáculo más que de una competición con consecuencias deportivas reales. Kyrgios, célebre por su talento y su inestabilidad emocional, logró el triunfo recurriendo menos a la potencia y más al juego de ángulos y variaciones de ritmo, mientras Sabalenka respondió con determinación en diversos pasajes del partido, aunque el sistema de un solo saque le obligó a arriesgar más y cometió varios errores no forzados.
Durante el último tramo del partido, Sabalenka intentó alargar el desenlace salvando bolas de partido y desplegando voleas brillantes, pero Kyrgios aseguró sus servicios y finalizó la experiencia sin titubeos. Márgenes estrechos y disputas intensas marcaron algunos juegos finales, aunque el físico y la creatividad del oceánico acabaron inclinando la balanza de forma definitiva, tras 1 hora y 16 minutos de juego.
Aunque el resultado final reflejó una victoria directa de Kyrgios en sets corridos, la actuación de Sabalenka fue reconocida por su agresividad y capacidad para incomodar al rival. La bielorrusa supo aprovechar su potencia y dejó momentos destacados ante un adversario que, pese a su bajo ranking actual, goza de un historial relevante en el circuito, con siete títulos ATP y un pasado reciente como finalista en Wimbledon.
La jornada concluyó después de una muestra de tenis de alto nivel, recursos técnicos y entretenimiento, consolidando al evento en el circuito de exhibición y dejando a la expectativa un futuro regreso de Nick Kyrgios al tour profesional, previsto para 2026.







