Fue campeón con la selección argentina, es dirigido por Luis Ventura y trabaja de mecánico: “Hay mucho prejuicio en el fútbol”

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Ataja en la Primera C con la camiseta de Victoriano Arenas

Llegar a la Selección es lo máximo para cada futbolista. Es defender los colores de su país y estar más cerca de establecerte en un fútbol devorador de talentos, donde el tiempo es un bien escaso para el desarrollo de su rendimiento y las elecciones personales pueden marcar el camino a fuego. Eso le sucedió a Fernando Benvenutti, un arquero que tocó la gloria con la Argentina siendo campeón del Sudamericano Sub 17 en 2013 dentro de un plantel que tenía a Augusto Batalla y Sebastián Driussi entre sus exponentes más conocidos. Ahora, a sus 29 años, su vida se divide entre su familia, ser jugador de Victoriano Arenas, de la Primera C, cuarta categoría del fútbol nacional, y trabajar en un taller de autos.

Nacido el 3 de mayo de 1996, el hombre oriundo de Claypole y residente en la localidad de Dock Sud inicia la conversación con Infobae minutos después de terminar su labor en el lugar que comparte con su padre. A los seis años, le recomendaron la práctica de un deporte debido a problemas en su peso y, luego de pruebas fallidas en el karate y la natación, se quedó con la redonda. Eligió ser el guardián de los tres palos y esa posición lo acompañó por siempre. A partir de los ocho años siguió una vertiginosa carrera que lo tuvo en las Infantiles de Racing y pasó por Arsenal, donde también comenzó su camino en la Sub 15 y la Sub 17 de la Albiceleste. San Lorenzo, Temperley, Dock Sud, Central Ballester y un paso por el regional con Ever Ready de Dolores ayudan a configurar el sendero de un trotamundos, que se reinstaló en la órbita del ascenso de la mano de Luis Ventura, su entrenador en Victoriano.

Es feo cuando vos estás en un club o te tenés que ir a probar, y lo primero que te dicen es: ‘Pero vos estuviste en la Selección, ¿y ahora qué hacés acá? ¿Por qué bajaste tanto?’ Y ahí es donde uno se queda pensando y diciendo qué fue lo que pasó, en qué momento pasó. Hay demasiados prejuicios. El jugador no lo va a saber nunca. Si se mandó alguna cagada, sí lo va a saber. Así como te frotan la espalda cuando de una C te vas a una B nacional, cuando es al revés te dan vuelta la cara“, se sinceró sobre el ambiente de esta disciplina cuando los grandes flashes se apagan y no se vuelven a iluminar.

En su mejor momento, Benvenutti, quien se define como un “caudillo” y un líder positivo en el vestuario, fue parte del equipo que se llevó el Sudamericano Sub 17 en la cita organizada en Argentina e integró el plantel conducido por Humberto Grondona que terminó cuarto en el Mundial de la categoría disputado en los Emiratos Árabes Unidos. Fue al banco en los siete duelos jugados en esa Copa del Mundo: “Tengo la medalla, no regalé nada y encuadré todo, eso lo guardé”. El progreso de mejora lo llevó a compartir entrenamientos junto a Sergio Chiquito Romero, Mariano Andújar y Agustín Orión en la Mayor.

Fernando Benvenutti integró la nómina que disputó el Sudamericano Sub 17 de 2013 junto a Augusto Batalla y Axel Werner

A esa edad, tomó la decisión de manejar su propia carrera y prescindir de la figura de un representante: “Sin saberlo, me equivoqué. Ni siquiera estando con mi papá entendía las cláusulas que te ponían a veces en los contratos. Me di cuenta que era tarde cuando tenía 20 años y el fútbol se empezó a complicar”.

Hoy, su fuerza de voluntad lo hace seguir con la esperanza de regresar a las primeras divisiones del fútbol argentino, sumado al apoyo de sus tres hermanos y toda su familia. Mientras tanto, destina parte de sus obligaciones al trabajo que desde niño marcó su pasión por los vehículos. No por nada sus compañeros lo apodaron ”El loquito de los autos» en su juventud. Acá trabajo hace ocho años y me dedico a todo lo que es el ploteo de los autos, cambiarle el color, y lo que es todo el sistema de sonido. Armamos audios para competición y audios normales de calle.

– ¿Fuiste sparring de la Selección Mayor en el Mundial o en partidos de Eliminatorias?

– Fui sparring en los partidos de Eliminatorias. Tendría que haber sido sparring en el Mundial 2014 también, pero por un problema que había tenido yo en Arsenal de Sarandí de salud con mi mamá en ese momento, tuve que dejar de entrenar un tiempo largo, estuve casi un mes sin entrenar y Arsenal nunca me pasó la citación para viajar al Mundial. Entonces, perdí la posibilidad.

– ¿Te habían citado y Arsenal no te notificó?

– Sí, porque yo había tenido un problema de salud grave con mi mamá, que ella estaba bien, pero había que operarla de urgencia. Tenía tres tumores en el hígado y piedras en la vesícula. Era una operación grande y riesgosa. Que no sabían si salía de la operación. Ya era una señora grande también. Salió todo bien, pero en ese momento, pedí en el club un contrato, un viático, una pensión, porque yo en ese momento no tenía nada del club. No me lo quisieron dar y cuando dejé de entrenar se pensaron que me había ido a probar a otros clubes y no me avisaron de la citación de la selección tampoco.

El reconocimiento de Arsenal tras ganar el Sudamericano Sub 17 con Argentina

– ¿Y cuándo te enterás vos que habías sido convocado y nunca te notificaron? ¿Cómo fue eso?

– Me entero antes de que arranque el Mundial. Me llamó el técnico con el que yo tenía que viajar, preguntándome qué había pasado, que no me había presentado. Le comenté la situación de salud que había tenido, que Arsenal no me había pasado la citación. No era la primera vez tampoco. Mayormente, siempre se olvidaban o me la pasaban media hora antes de yo estar citado ese día. Me dijeron que era una lástima. Yo ofrecí viajar por mi cuenta y al ser menor no podía, obviamente. Tenía que viajar con toda la delegación. Ahí perdí la posibilidad, porque era el premio que teníamos. Si la Selección clasificaba, al haber ayudado de sparring en las Eliminatorias, viajábamos también al Mundial. Pero bueno, yo prioricé la salud de mi mamá.

– ¿Qué recordás de esas citaciones a la selección?

– Son momentos únicos. Desde que llegás hasta que te vas, te tratan de la mejor manera. Te dan todo, desde lo menos indispensable hasta lo máximo que necesites. Los entrenamientos son de élite, las pensiones, las estadías, los viajes que hemos tenido. Me he quedado con un montón de recuerdos también de compañeros que he seguido hablando, no con frecuencia, pero cada dos por tres hablamos con excompañeros que han estado en las Juveniles. Es más, hoy en día en Victoriano estoy con un compañero (Matías Billordo) que estuve varios años también en la Selección. Estaría bueno volver un poquito a esa época.

– ¿Todavía tenés la medalla de campeón del Sudamericano?

– Sí, tengo la medalla de campeón, la foto y las camisetas con el apellido, con los logos de Fair Play y de FIFA. No regalé nada de eso y encuadré todo, eso lo guardé. Regalé remeras de entrenamiento a amigos y demás, pero lo que es medalla y remera con mi apellido, no regalé ninguna. Esas me las robó todas mi papá. Me dijo: “Esas son mías, de acá no se mueven”.

Benvenutti levanta el trofeo de campeón del Sudamericano Sub 17 de 2013, que se organizó en la Argentina

-¿Qué pasó después de disputar el Mundial Sub 17?

– Estaba como suplente en ese momento, el arquero titular era (Augusto) Batalla. Yo era el único de todo el plantel que no tenía representante. He tenido la oportunidad, teniendo 17 años, de firmar con varios representantes del fútbol. Sin saberlo, me equivoqué por decir que si había llegado hasta ahí por mi cuenta, iba a seguir por mi cuenta. Y lamentablemente, los representantes son un mal bien necesario porque hoy en día lo he vivido después de más grande, para conseguir club, si no vas de la mano de un representante o si no vas de la mano de alguien que conozca el club que te tiene que llevar no te miran como te tienen que mirar habiendo estado en la Selección o habiendo tenido el currículum que uno puede tener. Ese fue el error que he tenido. Porque a lo que fue profesionalmente toda mi vida, siempre di el cien en los entrenamientos, jamás fui irrespetuoso y siempre el club que fui, club que quedé, es la realidad. Después de más grande empiezan a estar chicos que también comienzan en el fútbol, que pueden ser mejor que uno o tienen ese representante o lo que sea que haya atrás y se empieza a complicar. Ahí es donde bajan los jugadores a los federales, a los regionales para no perder la continuidad.

– Y con diecisiete años, ¿te sentías preparado para discutir cuestiones financieras a la hora de los contratos?

– No, la verdad que no. Necesitás un representante o alguien legal que entienda en ese momento de los contratos porque ni siquiera estando con mi papá entendía las cláusulas que te ponían a veces en los contratos. Ahí es donde lo tenía que ver un abogado. Con esa edad no podés pelear un contrato sin saber todas las pautas legales que hay.

– ¿Cuándo te diste cuenta, que ya era tarde?

– Cuando tenía veinte años y empecé a notar que el fútbol se empezó a complicar, a conseguir club y ahí fue donde bajé al ascenso. Ahí fue donde caí a Dock Sud, primera C. En San Lorenzo había muchos arqueros lesionados y, cuando volvieron, me dieron a elegir si me quería quedar o irme a Temperley y me fui para buscar nuevos caminos. No firmé contrato profesional y, al año, tuve que bajar a Dock Sud.

Nació el 3 de mayo de 1996 en Claypole

– ¿Se valoran de otra manera las comodidades de un plantel de primera división a medida que uno va bajando de categorías?

– Sí, estando en clubes de primera, se valora muchísimo más, porque los clubes del ascenso es todo a pulmón. En un equipo de Primera, tenés que viajar a un partido de visitante y vas al buffet del club o de la pensión y vos ya tenés toda tu comida, y en un club del ascenso tenés al que limpia, a la madre, al tío, al socio número uno, que son ellos los que están preparando la comida, acomodándote todo, lavando los platos. Es algo más de amor, de corazón por la camiseta de cada club. Lo he vivido en Dock Sud y este año en Victoriano Arenas y me sorprendió, porque está muy bien el club institucionalmente y es todo gracias a los socios, a la dirigencia que tiene el club, a Luis Ventura, que también él está metido hace muchos años en el club y está en todos los detalles. Ya con decirte que el primer día de entrenamiento ya tenía seis mudas de ropa de práctica, ya ahí era algo increíble porque en Ballester estuve prácticamente ocho meses y en ocho meses tuve una sola remera de entrenamiento. Entonces, se comparan en esas cosas porque es muy de corazón de cada hincha. En Primera, tenés los utileros que te lavan los botines, dejás la ropa, te la lavan ellos, al otro día tenés la ropita nueva. Y en el ascenso la tenés que lavar vos, los botines, si está el utilero, te va a dar una mano; pero también lo tenés que limpiar vos. Pero eso es lo lindo del fútbol, me siento cómodo estando en un club de primera o en un equipo del ascenso. También los sueldos son totalmente diferentes. Un jugador del ascenso no vive del fútbol. Todos laburamos, es la realidad.

– ¿Qué otros trabajos tuviste además del fútbol?

– Fuera del fútbol, estar en el taller con mi papá. Me encanta el tema de los autos. Soy muy loco con ese tema, de prepararlos para exposición y demás. Siempre estuve rodeado de eso y anteriormente que lo tomé como un trabajo, pero también lo tomé como un pasatiempo y algo para relajar mi cabeza. Cuando estuve en Dock Sud, entrenaba a los arqueros de FADI (Federación Argentina de Deportes Infantiles) y de futsal de Dock Sud también. Lo tomé como un trabajo, pero también algo para relajar y enseñar un poco lo que uno sabe… Y en los planteles que he estado, me decían “el loquito de los autos” porque siempre me gustaban los autos armados o preparados así para exposiciones con suspensiones neumáticas, con equipos de música, con colores raros. No de carrera callejera o de armar autos para correr, eso no, sino autos de exposición. Y ese era el hobby. Y la pesca también. Ir a pescar con mi viejo o con mi vieja siempre que se podía, es el hobby más lindo que hay.

– ¿Qué funciones tenés en el taller?

– Me dedico a todo lo que es el ploteo de los autos, cambiarle el color, y lo que es todo el sistema de sonido. Armamos audios para competición y audios normales de calle.

– ¿Te costó tomar la decisión de no dedicarte solamente al fútbol, de tener otro trabajo para llegar a fin de mes?

– Sí, obvio. Cuesta un montón de veces. Es el día de hoy que no se llega a fin de mes a veces y estamos pensando en ver si podemos hacer algo más. Yo tenía ganas de abrirme una escuela de arqueros. El jugador del ascenso no vive del fútbol, vive del trabajo. Es muy raro que se pueda estar tranquilo en ese sentido. Es complicado llegar a fin de mes. Y que te pase por la cabeza un montón de veces el querer dejar… Eso siempre está.

Fernando Benvenutti en medio de su trabajo en el taller de autos

– ¿Hace cuánto trabajás dentro del taller?

– Mas o menos, ocho años. Pero acá adentro estoy desde que nací con mi viejo. Desde los nueve años, salía del colegio y me tiraba abajo de un auto mientras él estaba arreglando, sin entender nada y estaba a la par con él.

– ¿Cuál era tu sueño en el fútbol?

– Llegar a primera, vivir de esto, darle todo lo que me dieron a mis viejos desde que arranqué hasta el día que termine, porque es el día de hoy que ellos son los que están continuamente atrás mío aparte de mi mujer y los chicos. Capaz que estoy hablando, y digo: “Che, me voy a comprar un par de guantes porque se me rompieron”, y al otro día viene mi vieja con un par de guantes. No lo deberían hacer, porque eso lo hacían cuando tenía ocho o nueve años y lo siguen haciendo. Quiero retribuirles un poquito de todo ese sacrificio que hicieron por mí.

– De regreso a tu paso por la Selección, ¿seguís hablando con otros jugadores del plantel campeón en el Sudamericano además de Matias Billordo?

– Con los que tengo más relación es con Nico Pinto y Rodrigo Moreira, que hoy en día está en Atlanta.

– Aparte, compartiste plantel con Mauricio del Castillo, hermano del Kun Agüero. ¿Le pudiste atajar algún remate al Kun en los entrenamientos como sparring de la Mayor?

– Sí, le he atajado varios. Pero la primera semana que estuve como sparring en las Eliminatorias llegaba enojado a mi casa porque no podía agarrar una pelota, me clavaban de todos lados. Y mi viejo me decía: “¿Qué te pasa que estás caliente?“. Y le decía: ”No puedo agarrar una pelota, me clavan todo al ángulo, quiero salir a achicar y me ganan». Me dice: “Pero estás jugando con el Kun Agüero, con (Lionel) Messi, con (Carlos) Tévez, con jugadores de élite, de la puta madre y venís así y no disfrutás”. Y yo lo tomaba como que estaba jugando con uno más. Después me puse a pensar y sí, no le podía agarrar un remate a Messi. Y empecé a disfrutar ese momento.

Victoriano Arenas salió anteúltimo sobre 14 equipos en la Zona B de la Primera C

– ¿Qué consejos recibiste de los propios jugadores en esos entrenamientos?

– Con el que pude dialogar un poco fue con (Carlos) Tevez en ese momento y me decía que disfrutemos el momento, que disfrutemos de estar ahí, que obviamente no íbamos a estar todo el tiempo con ellos, que si nos hacían un gol no lo tomemos a chiste, pero que disfrutemos el momento de estar ahí. Lo que uno habla obviamente es sacarse una foto, compartir unos mates. Tengo fotos con (Mariano) Andújar y (Sergio) Romero.

– ¿En algún momento se dimensiona poder entrenar con figuras de ese calibre?

– Es algo que uno no espera también. No esperas que de la noche a la mañana te llamen y te digan: “Vas a entrenar con (Lionel) Messi”. No dimensionás esas cosas, lo que pueda llegar a pasar y no. Tenés que vivir el día a día y tratar de llevarlo lo mejor posible.

– ¿Y durante las prácticas, se deja de endiosar a ese tipo de jugadores?

– Cuando los ves, te das cuenta que son de élite, que es imposible atajar a veces un remate, por la velocidad de piernas que tienen, por la técnica que tienen, porque miran el juego totalmente diferente. Messi ya antes de patearte ya sabía si vos te moviste, si no te moviste, y te dejaba plantado siempre. Es lo que demuestra también día a día, cada vez que juega. Es el mejor jugador del mundo. Pero ellos tienen otra técnica, tienen otra visión de fútbol totalmente diferente a uno, pero de estas cosas se aprende, obviamente. Te equivocás siempre mirando a quien tenés enfrente. Yo como arquero siempre miré a los compañeros que tuve enfrente y he aprendido cosas.

Emanuel Mammana fue otro de sus compañeros en el Sudamericano jugado hace más de una década en Cuyo

– ¿Disfrutás más ahora de lo que te pasó?

– Sí, porque recuerdo los lindos momentos. Antes, me calentaba o puteaba y, ya de más grande, me empiezo a dar cuenta de cosas y respiro, lo miro por otro lado y trato de estar un poco más tranquilo. Es feo cuando vos estás en un club o estás sin club y te tenés que ir a probar, y lo primero que te dicen es: “Pero vos estuviste en la Selección, ¿y ahora qué hacés acá? ¿Por qué bajaste tanto?” Y ahí es donde uno se queda pensando y diciendo qué fue lo que pasó, en qué momento pasó. Y yo creo que nunca lo voy a saber eso. El fútbol lamentablemente es así, nunca uno va a saber por qué surgió, por qué se quedó y le costó tanto.

– ¿Hay prejuicios en el mundo del fútbol con respecto a eso?

Sí, demasiado. Con eso, demasiado. Así como me ha pasado a mí, le ha pasado a otros compañeros que capaz que vienen de una B Nacional y juegan en la C y les preguntan: “¿Qué pasó que bajaste? Y… El jugador no lo va a saber nunca. Si se mandó alguna cagada, sí lo va a saber. Pero si ves a alguien que entrenó todos los días al cien, que trató de brindarse lo mejor, que jamás fue irrespetuoso con un técnico, jamás fue irrespetuoso con un presidente y ves todas esas cosas, nunca vas a entender el por qué, pero los prejuicios sí están. Así como te frotan la espalda cuando de una C te vas a una B Nacional, cuando es al revés te dan vuelta la cara. Y vos decís: “¿Por qué? Si soy el mismo“. Todo eso no lo voy a entender.

– ¿Te lo preguntaron en Victoriano Arenas?

– Sí, me lo han preguntado compañeros. Más que nada los arqueros: “¿Cómo puede ser que de haber tenido la trayectoria que uno tiene hoy estar acá?“. Y bueno, les digo que en algo me habré equivocado o en algo habré estado errado, pero yo sigo. Yo no dejé de jugar nunca y no se me va a bajar una media o algo por ir a jugar un regional, por ir a jugar una liga. Cuando estuve en la liga, en el regional de Dolores, en todos los partidos me gritaban “eh, Benvenutti, estuviste en una Selección y hoy estás jugando acá”, “fracasado” y todas esas cosas. Y yo me río, porque yo sigo haciendo lo que me gusta. Jugué donde quise y voy a seguir jugando donde quiero y donde obviamente me abran las puertas.

Una huella de su paso por San Lorenzo

– ¿En algún momento entran las balas?

– No hoy en día, me resbala. En otros momentos, me calentaba mal, pero ahora trato de disfrutar un poco más lo que hago. Yo creo que si lo disfrutás, las cosas buenas, tarde o temprano, Dios las termina poniendo en su camino.

– ¿Cómo es tener a Luis Ventura de entrenador en Victoriano Arenas?

– Él tiene su trabajo y demás, pero así y todo, él está en el día a día con nosotros siempre. Hay veces que se le complica por su trabajo y no está, pero siempre está con el grupo. Te da órdenes, te corrige, tiene su cuerpo técnico que es el que está atrás más que él. Pero siempre las directivas pasan por él. Trata de unir al grupo, él siempre quiere un grupo unido, quiere un grupo contento, alegre, a pesar de que haya malos resultados, lo que sea, que el grupo siempre tire para adelante. Cada dos por tres sale de él decir: “Vamos a hacer un asado”, y esas cosas unen a un plantel de fútbol. En la cancha le gritan de todo por su trabajo como periodista, pero nunca se fue de foco dentro de una cancha por algo que le griten. Yo creo que a él le resbala más que a todos nosotros porque se caga de risa.

– Recién decías que a veces te planteás si seguir jugando o no por la cuestión económica. ¿Qué te hace seguir jugando al fútbol?

– Lo que me hace seguir es que es algo que amo, que me encanta y el apoyo que tengo de mi familia, de mi viejo, de mi mujer, de los chicos, que ellos están continuamente atrás mío y saben que la peleo siempre, que yo sigo entrenando estando lesionado. Jamás me curé bien de una lesión, pero voy a seguir hasta el día que mi cuerpo diga basta.

Fernando Benvenutti no planea retirarse en el corto plazo

– ¿No te curaste bien de una lesión?

– Hay veces que tengo lesiones y sigo entrenando. No puedo dejar de entrenar. Es algo que me gusta y he jugado con una mano fracturada. Tenía que estar tres meses sin hacer nada por la mano que tenía fracturada y, al mes y medio, me corté el yeso y me fui a trabajar. O sea, tengo esa locura. Una distensión de ligamento y, bueno, arranco con el kinesiólogo, terminamos en el kinesiólogo y me pongo a entrenar. Porque es algo que amo y no puedo estar afuera de una cancha sin hacerlo. Sigo por mi familia, porque veo el sacrificio que ellos hacen. Y siempre me dijeron lo mismo: “El día que deje de jugar, que lo deje por mí, no por ellos”. Que sea una decisión que tome yo. Pero yo no quiero dejarlo. Por el momento, el retiro no es una opción.

-¿Cómo reemplazarías el fútbol si no estuvieras dentro de una cancha?

– Con el hobby que tengo hoy en día, los autos, la pesca, me gusta la pesca también. Me gustaría ponerme una escuela de arqueros, sí me gustaría, eso sí. Pero el día que haga eso va a ser el día que deje de jugar. Sino, no me darían los tiempos, el cuerpo no da.

-¿Qué sueños te quedan por cumplir?

– Triunfar en el fútbol, poder tener un nombre más grande y poder vivir de eso. Ojalá llegar a una… No te digo una Primera División hoy en día, pero llegar a una B Nacional sería un lindo sueño, volver a disfrutar todo eso, volver a disfrutar de más viajes, otro tipo de fútbol. Sería lindo poder pelear por campeonatos más grandes, entrar a una copa argentina. Todos me dicen que estoy en la mejor etapa, en la mejor edad de arquero y hay arqueros que llegan hasta los cuarenta años más o menos jugando. Pero bueno, también hay que ser razonable, que hay chicos que vienen de abajo, que están re surgiendo ahora y hay muy buenos arqueros en el fútbol argentino. Hay que pelearla y entrenar siempre al cien. En algún momento las cosas vuelven a donde tienen que estar. Es más, en diciembre de 2024 dije que si no conseguía un club del Ascenso, no quería volver a jugar Regional por todo el sacrificio que llevaba. Estuve a punto de dejarlo y de la noche a la mañana me llamó el cuerpo técnico que está en Victoriano Arenas y me abrió las puertas para poder volver al ascenso y de gente que jamás pensé que me iban a poder llamar, me dieron una mano y estoy súper agradecido.

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