
Estudiantes de La Plata y Racing Club se verán esta noche las caras, en el Estadio Madre de Ciudades de Santiago del Estero, para disputar la final del Torneo Clausura 2025. De los once mano a mano que jugaron ambos equipos en más de un siglo de vida del fútbol argentino, hay uno que tiene su propio peso específico y que marcó un antes y un después en la vida del vencedor.
El Metropolitano de 1967 se disputó en dos zonas de 11 equipos cada una. Los dos primeros de ambos grupos se clasificaron a semifinales. En esa instancia, Estudiantes superó 4-3 a Platense en un encuentro de locos (perdía 3-1 con 10 jugadores) y Racing eliminó a Independiente 2 a 0 tras 120 minutos. La final se jugó el 6 de agosto en el Viejo Gasómetro y ganó el Pincha 3 a 0 con goles de Juan Ramón Verón de penal, Raúl Madero y Néstor Togneri. “Esa victoria sobre Racing fue el nacimiento de una nueva mentalidad”, sentencia el ex arquero del conjunto platense Alberto Poletti, testigo fundamental del partido por mantener el arco en cero.
El equipo de Osvaldo Zubeldía formó con Poletti; Ramón Suárez, Carlos Pachamé, Oscar Malbernat, Madero; Hugo Spadaro, Felipe Ribaudo, Carlos Bilardo, Marcos Conigliaro; Juan Echecopar y Verón. La Academia de Juan José Pizzuti, por su parte, alineó a Antonino Spilinga; Oscar Gómez, Nelson Chabay, Oscar Martín, Miguel Mori, Alfio Basile; Humberto Maschio, Fernando Parenti; Norberto Raffo, Juan José Rodríguez y Joao Cardozo.

“Era un Racing reventado y diezmado, porque estaban jugando la Copa Libertadores. Entonces, guardaron a Roberto Perfumo y al Chango Cárdenas. Salimos campeones por primera vez. Era la primera vez que un equipo chico se coronaba campeón”, resalta el hombre de 79 años en diálogo con Infobae.
El Flaco Poletti es uno de los máximos ídolos de Estudiantes. Y es considerado junto a Mariano Andújar los dos mejores porteros que pasaron por la institución que hoy preside Juan Sebastián Verón. Debutó con 18 años de la mano de Zubeldía, y ganó cinco títulos: el Metropolitano 67, dos Libertadores -68 y 69-, y la Interamericana e Intercontinental del 68.
“Osvaldo (Zubeldía) fue un adelantado de fútbol, capaz y muy claro para explicar sus conceptos. Pero en el fútbol argentino, el que es capaz y hace las cosas bien, lo terminan echando”, recuerda Poletti sobre la salida del entrenador del Pincha por conflictos con la prensa.
Tras siete años en el conjunto de la ciudad de las Diagonales, Poletti estuvo en el Huracán de César Luis Menotti y luego se fue al Olimpíacos de Grecia, antes de retirarse con 27 años por problemas de salud. “Me retiré porque cada vez que veía un quirófano, me metían adentro”, revela el ex portero.
– ¿Qué es de su vida, Alberto?
– Soy jubilado. Tengo 79 años, no hago nada. Estoy tirado en la cama. Llevo una rutina de una persona que no hace nada (risas). Salgo a desayunar, duermo la siesta y me siento en el sillón. Tengo una rutina de una persona que no trabaja.
– ¿Cómo vive un ex futbolista como jubilado? ¿Le alcanza para llegar a fin de mes?
– No. Menos mal que ahorré unos pesitos, sino no llegaría a fin de mes. ¿Qué querés que haga con 300 mil pesos al mes? No me alcanza para nada. Si uno no puede ahorrar, se caga de hambre. Llego con lo justo a fin de mes. Yo me dediqué a vender jugadores y un día, dije basta. Me retiré futbolísticamente a los 27 años.
– ¿Por qué motivo?
– Por problemas de cadera. Mis huesos no sirven para nada. Tengo la cadera reemplazada. Los hombros me duelen mucho. A los 27, me retiré porque cada vez que veía un quirófano, me metían adentro. A los 33, necesitaba ganar plata, porque tenía un hijo, y entonces, me metí a vender jugadores. Vendíamos jugadores, pero no representábamos jugadores, hasta que junté unos pesos y largué todo. No era mi vocación, lo hice por necesidad económica. No había hecho un buen colchón como futbolista para vivir bien. Me metí como entrenador de fútbol, pero no era lo mío.

– ¿Por qué?
– Porque a los jugadores les decía una cosa y hacían otra. Entonces, dije “esto nos es para mí”. Y largué todo. Cuando fui técnico, los chicos que dirigí eran contestatarios. En mi época de futbolista, respetábamos al entrenador. Lo que nos decía, lo hacíamos. Tuve al mejor entrenador de todos.
– ¿A quién?
– A Osvaldo Zubeldía, en Estudiantes de La Plata. Hoy, todavía se reflejan sus trabajos por salir campeón con Estudiantes. La selección argentina hizo varios goles de cabeza de córner que nosotros en mi época practicábamos con Zubeldía. Típico córner que va al primer palo, la peinan y en el segundo marcan de cabeza. De esta manera, le hicimos goles a Independiente por Copa Libertadores la primera vez que nos enfrentamos, y le ganábamos de esta manera, de pelota parada. Y después jugábamos al offside. Si fallábamos en el pressing, debíamos correr para atrás, pero lo trabajábamos mucho con Zubeldía. No podíamos dejar a los delanteros rivales correr con pelota dominada y que sean tres contra uno.
– ¿Fue un adelantado Zubeldía en sus conceptos, que hoy se ven reflejados en el fútbol argentino?
– Un adelantado, capaz y muy claro para explicar sus conceptos. Pero en el fútbol argentino el que es capaz y hace las cosas bien, lo terminan echando. Con Osvaldo pasó eso. Y lo hicieron echar, lo atacaron tanto que se tuvo que ir. ¿Quién lo atacó? La prensa. El periodismo lo mató.
-Pero, ¿por qué no caía simpático Zubeldía?
–No gustaba porque fue un tipo que cambió la manera de jugar. A los dos años, hicieron que se vaya de Argentina el mejor técnico que tuvo el país, porque lo estaban torturando. Lo atacaban tanto que se cansó y se fue. Había salido campeón con Estudiantes y con San Lorenzo; y lo seguían maltratando. Por eso recaló en el Atlético de Medellín de Colombia. El Zurdo López lo vino a buscar y se lo llevó. Estuvo seis años en Colombia y se convirtió en un prócer.

-¿Fue el Estudiantes de Zubeldía el primer equipo organizado tácticamente?
-No, porque el campeón del mundo había sido Racing, que tenía su manera de jugar. Apelaban al centro y al cabezazo, pero hasta los defensores pasaban al ataque continuamente, salvo Roberto Perfumo. Tenían uno muy pensante como Humberto Maschio, que se anticipaba a todo. Cuando jugábamos contra La Academia, Zubeldía le pedía a Bilardo que marcara al Bocha Maschio, pero éste lo volvió loco y lo paseó por toda la cancha.
– Pero le ganaron a Racing, la final del Metropolitano 67 por 3-0, ¿no?
– Sí. Esa final se disputó en la cancha de San Lorenzo. Le habíamos ganado a Platense en La Bombonera. Resulta que perdíamos 3 a 1, estábamos con 10. Se había lesionado Enry Barale, y no había cambio. Estábamos con 10, perdiendo 2 a 1 y nos hacen el tercero. Y después con 10 jugadores le ganamos 4 a 3 a Platense. Y luego jugamos la final contra Racing en el Viejo Gasómetro y le ganamos 3 a 0.
– ¿Qué recuerda de aquella goleada contra La Academia?
– Fuimos muy superiores. Racing estaba jugando la Copa Libertadores. A los 68´, Basile se lesionó. El 9 no fue el Chango Cárdenas. Y el arquero fue Antonio Spilinga, el suplente de ese equipo. En vez de Roberto Perfumo, jugó Gómez. Era un Racing reventado y diezmado, porque estaban jugando la Copa Libertadores. Entonces, guardaron a Perfumo y a Cárdenas. Fue 3 a 0. Y salimos campeones por primera vez. Era la primera vez que un equipo chico se coronaba campeón.
– ¿Marcaron un antes y un después en Estudiantes con esa victoria ante La Academia?
– Sí. Esa victoria sobre Racing fue el nacimiento de una nueva mentalidad. Fuimos un equipo disciplinado y estratégico que cambió la historia del club y del fútbol argentino. Es como que lo teníamos de hijo a Racing, le ganábamos seguido. También a Independiente, con quien jugamos cuatro o cinco veces y le ganamos todos los partidos. Por la Copa Libertadores fueron cuatro triunfos. Y por el campeonato, le ganamos un partido más. Y a Racing le ganamos esa final y nos consagramos campeones.
-Entonces, ¿qué cambió generó el equipo de Zubeldía?
– Ese equipo le cambió la cabeza al fútbol argentino y jugaba diferente al resto. Empezamos a disputar la Copa Libertadores sin expectativas de ganarla. Antes, habíamos terminado segundos en el torneo Nacional y de manera invicta detrás de Independiente, que tenía un equipazo. Teníamos buenos jugadores. En la primera Libertadores creíamos que no pasábamos la fase de grupos, que íbamos a disputar apenas los primeros tres partidos.

-¿Qué pretendía Osvaldo para su equipo?
-Que jugara bien. Nunca Zubeldía nos pidió que peguemos una patada. Marcar sí, pero nunca agredir a alguien. Recuerdo que a Osvaldo lo tildaron de anti fútbol muchos periodistas.
-¿Qué enseñanza le dejó Zubeldía?
-Respetar a los muchachos que trabajan de periodistas. Entraban todos al vestuario, antes y después del juego. Se ponían al lado nuestro mientras nos cambiábamos; eso hoy no pasa. Un día discutí con Carlos Juvenal porque estaba fumando en el vestuario antes de un partido.
-¿Qué le pedía Osvaldo como arquero?
-Que no jodiera, que jugara en serio, porque en la final con Racing que ganábamos 3 a 0 del Metropolitano 67 en el Viejo Gasómetro comencé a joder en el campo de juego. Desde afuera me gritó: “Si no la sacas rápido, lo cambio”. No me tuteaba. Quería que jugara en serio, porque había tenido al Loco Gatti como arquero.
– ¿Lo hizo debutar Zubeldía en Estudiantes?
– Sí, a los 18. Jugué hasta los 17 en Sacachispas. Mi recorrido fue raro. Jugaba en las inferiores de Atlanta, pero era menor de edad. Las inferiores de Atlanta eran un desastre en 1959. Entonces, me fui a Sacachispas. Me probaron, quedé y me dijeron “si querés jugar, tenes que firmar este papel”. Me hicieron firmar la ficha por un partido. Yo tenía 13/14 años y me querían retener. Entonces, un día hablo con una persona del club que me dice “usted firmó la ficha para quedarse en Sacachispas”. Le respondí “no, sólo para jugar un partido”. A lo que me dice “no, usted firmó para que lo fichen en Sacachispas y debe quedarse a atajar”. Me quería matar, porque fui a pedir el pase y me dijeron “jugás acá o no jugás en ningún otro lado”. Me tuve que quedar a jugar en la Primera C de Sacachispas hasta los 17 que me compró Estudiantes.

– ¿Qué fue Estudiantes en su vida?
– Fue todo en mi vida. Yo pegué el salto en el profesionalismo y tuve a Osvaldo Zubeldía como entrenador. Tuve dos suertes en mi carrera. Haber tenido a Héctor Rama como entrenador de arqueros en Sacachispas, quién hizo debutar a un montón de arqueros, entre ellos el Flaco Herrera, y haber sido dirigido por Zubeldía. Yo llegué a los 17 años. El próximo 18 de diciembre van a hacer un festejo por La Tercera que Mata. Yo jugué un partido para ese equipo porque ya me habían pasado a Primera. Estudiantes es mi vida. En La Plata tuve tres hijos, y cinco nietos. Me regalaron una camiseta para mi familia, algo bien habré hecho. Algunos dicen que soy el mejor arquero de la historia de Estudiantes. Otros dicen que es Mariano Andújar, que fue un arquerazo.
-¿Ese equipo de Estudiantes le abrió las puertas a las generaciones siguientes para ganar copas internacionales y locales? ¿Fue el puntapié inicial el equipo de Zubeldía?
– Sí. Estudiantes tiene una mística que la siguen respetando el resto de los equipos con el paso de los años. Esa mística generada por el equipo de Zubeldía es lucha, trabajo y corazón, y ahí no podes faltar, porque te rajan a la mierda. Por eso, el club ha llegado a donde llegó. Esa doctrina le generó el equipo de Zubeldía y fue funcionando por generación en generación.
– ¿Es cierto que pasaron de ser un equipo que todo el mundo apoyaba a ser un equipo que mucha gente le tenía bronca?
– Sí, Estudiantes era un equipo ordenado, de buenos jugadores. Atajé en el mejor Estudiantes de la historia. En aquellos tiempos, teníamos a Osvaldo como entrenador que te inculcaba la disciplina y el respeto por el compañero.
– Luego, jugaron la final de la Libertadores 68 contra San Pablo para ganar la primera copa internacional. ¿Fue una serie difícil que se definió en tres partidos?
-Sí, pero teníamos un equipazo y sabíamos que íbamos a ganar la copa. El rival también lo era porque contaba con cuatro jugadores de la selección brasileña. El 10 me hizo un gol de la mitad de cancha que la fui a buscar adentro; pensé que se iba y la fui a buscar a la red. Nos dirigía Zubeldía que era un adelantado, que entendía las cosas antes de que pasaran.
-Y Bilardo, ¿se recibió de médico al mismo tiempo que jugaba para el Pincha?
-Sí, Carlos apuntaba en la vida a dos cosas: progresar en el fútbol o dedicarse a la medicina. Es así como largó el fútbol a los 30. Lo mejor que hizo de su vida fue haber conocido a Zubeldía y haberse recibido de médico. Bilardo cuando jugaba dirigía dentro de la cancha.
-¿Carlos Bilardo fue la continuación de Zubeldía como entrenador?
-No. Carlos viene de grande a jugar a Estudiantes, a sus 27 años. Se recibió de medico cuando vivíamos juntos en La Plata. La última materia que dio fue Medicina Legal y yo terminé tomándole los temas a él. Me decía: “Yo tengo que repetir lo que dicen los libros, vos escuchá”.
-También lo tuvo a César Luis Menotti como técnico en Huracán. ¿Qué diferencias había entre ambos?
-Son diferentes. Uno es un obsesionado como Bilardo, el otro te dejaba más y te convencía desde la palabra. Los sacrificios de Bilardo a veces eran mortales. El Flaco era más humano. A Menotti le fue bien en Huracán, pero después no pudo repetirlo en otro lado, porque es muy difícil encontrar jugadores que hagan lo que él pretendía: tener siempre la pelota.







