Los síntomas del sistema sanitario: agotamiento, inequidad y emergencias olvidadas
El secretario general del SITAS Tucumán (Sindicato de Trabajadores Autoconvocados de la Salud), Dr. Julián Nassif, traza un diagnóstico incisivo del año laboral en salud y anticipa una nueva batalla: evitar que la llamada “modernización laboral” se convierta en un retroceso para los trabajadores
La incertidumbre laboral en el sector salud no es sólo una cuestión de cifras. Es, antes que nada, una tensión cotidiana entre el desgaste físico, la angustia emocional y la exigencia ética de sostener un sistema que —como advierte el doctor Julián Nassif, secretario general del Sindicato de Trabajadores Autoconvocados de la Salud (CITA)— “no admite errores baratos, porque un error en salud cuesta vidas”.
Nassif, en diálogo con el equipo del programa Libertad de Expresión, conducido por Graciela Núñez y secundado por Borja Michelsen y Pablo Gerez —lunes a viernes de 7 a 9 horas por Rock & Pop Tucumán—, hizo un balance contundente del año: desde las paritarias no firmadas en marzo, hasta los avances parciales en julio y las deudas aún pendientes con el personal más cercano a la jubilación.
“Modernizar no puede significar retroceder. Si la reforma laboral limita derechos ya conquistados, no es modernización: es desconocimiento de la historia del trabajo.”
— Julián Nacif
El sindicalista insistió en que, pese al acuerdo parcial de julio —que incluyó el pago progresivo de la Ley de Carrera Sanitaria para quienes están a 10 años o menos de jubilarse, alcanzando un 52% de implementación—, el grueso del personal sigue fuera del esquema completo. Y ese es, según Nassif, “el gran pasivo del gobierno provincial con la salud pública”.
La inequidad no se limita a los porcentajes. También se manifiesta, denunció, en la fragmentación artificial del “equipo de salud”. Médicos, enfermeras, choferes de ambulancia, agentes sociosanitarios, bioquímicos y odontólogos, entre otros, componen una red interdependiente, y sin embargo, persisten diferencias salariales y de reconocimiento que, lejos de fortalecer, generan “discordia y malestar”.
“El sistema no se agrieta por falta de buenas intenciones, sino por asimetrías impuestas: hay quienes trabajan la Nochebuena y reciben un plus, y otros, con la misma responsabilidad, perciben lo mismo que un día común.”
En ese marco, celebró el avance en el pago del adicional por zona, que ahora incluye centros históricamente excluidos —como Las Moritas y el área Mariano Moreno— y se extendió, por primera vez, al personal “no asistencial”. Pero fue claro: “Ese esfuerzo debe completarse hasta el 100%”.
El punto más conmovedor de la entrevista llegó al abordar el impacto emocional en los trabajadores. Nacif habló con crudeza de una realidad que, aunque silenciada, se repite con creciente frecuencia: “Tenemos niños de 9 y 10 años internados por intento de suicidio. Eso no es una excepción. Es una tendencia”. A su lado, en los pasillos del Hospital de Niños, también crecen los casos de abuso infantil y trastornos del espectro del aprendizaje —una “epidemia invisible”, según sus palabras.
“El personal de salud es la caja de resonancia de una sociedad que se desgarra. Y esa carga no se paga con buenas palabras ni con medias soluciones salariales.”
Ante la pregunta sobre quién paga el costo de la precarización, Nacif respondió sin dudar: ambos. “El trabajador agota su cuerpo y su alma. El paciente recibe una atención que, por más comprometida que sea, ya no puede sostener la calidad que merece”.
Con la reforma laboral en el horizonte, SITAS anunció su posición: firme oposición a cualquier modificación que degrade derechos consolidados. “No somos anti-cambio —aclaró—, pero rechazamos que se disfracen recortes de progreso”.
El cierre de la entrevista no fue triunfal, pero sí esperanzado: “A pesar de la complejidad, el deseo sigue siendo uno solo: que el próximo año nos encuentre más justos, más unidos y más dignos”.







