Un sindicato en pie: Avellaneda dejó orden y Galván llama a sostener la batalla gremial

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El Sindicato de Luz y Fuerza Tucumán vivió una jornada de alto valor institucional y profundamente emotiva con la asunción del nuevo secretario general, Héctor Gerardo Galván. La organización atraviesa un presente sólido: equilibrio económico, orden institucional y una recuperación patrimonial estimada en 500 millones de pesos. Galván recibe un gremio fortalecido, fruto de un proceso de reconstrucción que comenzó hace 12 años y que cambió para siempre la historia reciente de la institución.

 

Ese camino de recuperación tuvo un protagonista central: José Manuel Avellaneda, quien cerró anoche tres períodos de gestión dejando como legado una administración transparente, honesta y reconocida por los propios afiliados, que lo despidieron con aplausos de pie. “Hay que irse así”, se repetía entre los asistentes, recordando que no todos los dirigentes logran retirarse por la puerta grande. Avellaneda sí lo hizo.

Durante sus palabras, recordó los años más duros:

«Todo estaba destruido. No había una silla, no funcionaba nada. Nos robaron todo. Pero logramos recuperarlo y darle lo mejor a todos”.

Esa recuperación incluyó propiedades, vehículos, terrenos y la reorganización integral del sindicato. Entre esos logros mencionó la recuperación de los terrenos de Los Pocitos —donde se celebró el centenario gremial— y el reciente espacio recreativo sobre Ruta 9, pensado para la familia lucifuercista. También dejó listas 11 hectáreas proyectadas para un futuro barrio, cuya concreción quedó en manos de la nueva conducción.

El acto contó con la presencia de Guillermo Mosser, secretario general de la Federación Argentina de Trabajadores de Luz y Fuerza, quien junto a Avellaneda y Galván coincidió en un mensaje común: se avecinan tiempos difíciles para los trabajadores argentinos, con el avance de una posible reforma laboral. Los tres dirigentes remarcaron que las conquistas históricas —vacaciones, aguinaldo, licencias, estabilidad, convenios— no fueron regalos, sino el resultado de luchas colectivas y décadas de resistencia.

Héctor Galván, en su discurso de asunción, dejó un mensaje claro y combativo:

“Nada de lo que tenemos nos lo regalaron. Venimos a conducir, a capacitar, a formar y a redoblar esfuerzos en la militancia. Cuando digamos Luz y Fuerza, debemos decirlo convencidos de que es a través de la organización gremial que el trabajador y su familia se realizan”.

Pidió unidad y acompañamiento:

“No somos solo 40 dirigentes: somos 1.500 afiliados y 40 organizaciones bajo la Federación. Si estamos juntos, ningún político de turno ni ningún empresariado podrá avasallar nuestros derechos.”

También hizo referencia al sentido de pertenencia: “Luz y Fuerza somos todos: los que están hoy, los que no pudieron venir y los que ya partieron. Todos aportaron a esta rica historia.”

La jornada concluyó con un reconocimiento especial al presidente de la Junta Electoral, Gerardo Ponce, quien destacó la masiva participación electoral:

“En 51 años de afiliado nunca vi una elección tan democrática en el sindicato. Es la continuidad de una línea de trabajo que comenzó en 2013 con Avellaneda y que hoy sigue con Galván.”

La transición en Luz y Fuerza Tucumán marca el fin de un ciclo histórico y el inicio de otro lleno de desafíos. Con una institución ordenada, un patrimonio recuperado y un fuerte llamado a la unidad, el gremio abre una nueva etapa donde la defensa de los derechos laborales vuelve a ocupar el centro de la agenda.

La conducción de Héctor Galván se inicia así con una certeza compartida: la historia de Luz y Fuerza se escribe con organización, memoria y lucha colectiva.

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