Columna de Pablo Gerez en el programa Libertad de Expresión – Rock & Pop Tucumán
En una nueva entrega de la columna “Conectando”, el comunicador Pablo Gerez compartió una reflexión íntima y universal sobre el perdón hacia los padres, inspirada en un cartel callejero que decía: “Papá, te perdono”.
Un disparador inesperado
El origen de la columna fue un video en redes sociales, de esos que aparecen en formato de short y que, según confesó Gerez, lo dejó detenido frente a la pantalla: un simple cartel colgado bajo un puente, con tres palabras que encierran un mundo. “Papá, te perdono”, leyó, y aquello le abrió un torrente de memorias, pensamientos y observaciones.
“Muchos tenemos algo pendiente con nuestro padre: un enojo, un silencio, una palabra que nunca llegó. De chicos los vemos como gigantes, hasta que un día descubrimos que también fallan”, expresó Gerez, en tono confesional.
El peso de las preguntas sin respuesta
La columna profundizó en esas preguntas que persiguen a los hijos:
¿Por qué no estuvo?
¿Por qué eligió callar?
¿Por qué no dio un abrazo?
Cuando esas preguntas no encuentran respuesta, se transforman en reproches que duran años y que pesan cada vez más. “Lo que duele no es lo que pasó, sino lo que esperábamos que pasara”, explicó.
Perdonar no es olvidar
Para Jerez, el perdón hacia los padres no borra la herida ni tapa el vacío, pero abre una rendija que alivia: “Es mirar lo que faltó y decir: no fue lo que esperaba, pero fue lo que hubo, y con eso también puedo querer”.
Recordó la película Big Fish, donde un hijo logra reconciliarse con su padre aceptándolo tal como es. “Perdonar no es olvidar, es recordar distinto”, sintetizó.
Historias compartidas y enseñanzas
El columnista narró también una escena casual en un bar, donde escuchó a un joven quejarse de su padre y su madre, mientras otro amigo le aconsejaba: “Dale un abrazo, porque va a llegar el momento en que lo vas a extrañar”.
Esa anécdota lo llevó a citar un pasaje de Horacio Castillo en Anquises:
“Todos llevamos como Eneas a nuestros padres sobre los hombros, débiles aún su peso nos impide la marcha, pero luego se vuelve más liviano, hasta que un día deja de sentirse…”
Una reflexión con raíz en Tucumán
Gerez aclaró que no hablaba desde una herida personal: “Gracias a Dios tuve dos padres maravillosos”. Pero sí desde las observaciones cotidianas y testimonios cercanos que muestran cuán determinante es la relación con los padres en la identidad de cada persona.
“La cultura que heredamos de ellos marca nuestra forma de actuar y, a veces, esos conflictos terminan en frases como ‘quiero alejarme de mi familia’. Pero alejarse también puede ser negar nuestras propias raíces, y ahí aparece el conflicto de la identidad”, cerró.
Tres palabras que sanan
La columna “Conectando” de este martes dejó un mensaje claro y profundo: el perdón hacia un padre no significa olvidar ni justificar, sino aceptar la herida, descomprimir la carga y reconocerse en la humanidad compartida.
Papá, te perdono. Tres palabras simples que, según Gerez, pueden abrir la posibilidad de respirar distinto y de empezar, en silencio o en voz alta, una vida más liviana.