En la organización Ambulantes por la Economía Regional (APER) se ha advertido una mayor presencia de trabajadores callejeros en los últimos meses en las principales arterias de la ciudad. Estimaron que el número de personas movilizándose o con puestos en la vía pública pasó de unos 900 a, al menos, 1.500.
“Muchos compañeros se están quedando sin trabajo. La situación económica no está bien en Tucumán, como también en otras partes del país. Han salido nuevos actores a hacer sus ventas de manera informal, gente que había estado en empresas”, remarcó Luis Fernando Ocampo, referente del sector, quien puso como ejemplo el caso de otro joven que se instaló en la plaza Independencia para vender café. “Tiene conocimiento en informática, y con lo poco que cobró (de su anterior trabajo) se puso un emprendimiento”, añadió.
Ocampo reconoció que esos nuevos actores generaron a la vez quejas internas, que por el momento no han tomado dimensión. “No se puede correr a un compañero porque pasa necesidades y tiene que subsistir”, aclaró.
El dirigente social hizo hincapié en que “el padrón que manejaba la organización hasta ahora indicaba un número de vendedores ambulantes menor a 1.000, entre puesteros y feriantes, solo en San Miguel de Tucumán. Asimismo, planteó como ideal que cada uno de ellos alcance el monotributo social para pensar en una obra social y acceder al sistema jubilatorio. «La situación los está sometiendo, por eso están poblando las calles. La necesidad los arrastra», enfatizó.
Algunos acuden a las golosinas, juguetes o productos que se usan a diario, como encendedores o soquetes. “Siempre están pendientes de lo que salga, de la novedad. Hay hasta microemprendimientos: ofrecen sillas o mesas que fabrican. Además hay más puestos vendiendo empanadas, bollos u otros alimentos”, descrió Ocampo.
En esa línea, el dirigente advirtió que este contexto es preocupante y debe ser atendido, ya que “en cualquier momento podría explotar”. “El agua tiene que salir por algún lado”, reafirmó.
Ordenamiento
Marcelo Eduardo Rodríguez, de 44 años, recorría junto a uno de sus hijos pequeños las veredas del centro capitalino, iluminadas por el alumbrado público y las vidrieras comerciales. En el cierre de la jornada, cuando el frío se hacía sentir con más fuerza, continuaba ofreciendo pares de medias a los peatones, a quien pasara a lado. No se resignaba a volver con poco dinero en las manos. “La situación está difícil. Mi esposa cobra un plan social, pero no nos alcanza. Tengo que salir sí o sí para poder comer. Si no lo hago, no comemos. Igual, no llegamos…”, relató.
Rodríguez es padre de ocho hijos y vive con su familia en una casa de machimbre en Alderetes. Contó que había comenzado a trabajar en esta actividad hace más de 10 años. Con lamento, reconoció que en los últimos tiempos ha notado un aumento en el número de personas que, como él, intentan ganarse la vida en la calle. “Hay mucha gente mayor. Salen a vender, pero no les compran”, dijo.
La Municipalidad de la capital, a cargo de Rossana Chahla, ha llevado adelante una política de reordenamiento de la vía pública, que incluyó a los vendedores ambulantes. Sin embargo, se le podría presentar un desafío en lo social ante el incremento de los trabajadores callejeros.
Juan Rojas, director de Vía Pública, reconoció que se viene observando un incremento de las ventas informales en las arterias por falta de trabajo. “Se recurre a lo que se tiene a mano como paliativo de la economía de este país”, dijo.
“Nos preocupa más cómo se vende que los productos que se ofrecen”, indicó el funcionario, al poner el foco en el uso de garrafas y cables eléctricos en los parques, debido al peligro que representan. “Queremos concientizar, no ser un obstáculo. Conocemos la situación, los problemas y la necesidad de llevar dinero a casa para poner el pan sobre la mesa. Pero queremos ordenar la actividad. Dejamos que caminen, que vayan y vengan, el problema es el puesto que obstaculiza la circulación en la vereda y en los comercios”, subrayó.
“La informalidad no es la solución”
El presidente de la Federación Económica de Tucumán (FET), Héctor Viñuales, señaló que el crecimiento o la cantidad pueden ser superiores a lo estimado por APER, lo que genera preocupación en el sector privado.
“Siempre la respuesta es decir que ‘estamos en la informalidad por necesidad de subsistir’. Pero cuanto mayor sea la informalidad, mayor será el perjuicio para la sociedad, ya que esto implica contrabando, falsificación de marcas y otros delitos. Está prohibido y existe un fallo judicial que ordena impedir la venta en la vía pública”, expresó el empresario.
“No podemos seguir así. Es gravísimo lo que está ocurriendo. De alguna manera hay que encontrar una solución, pero no puede ser la informalidad”, finalizó.