Lejos de la pasividad, las personas mayores de 60 años marcan el pulso de una etapa que reclama nuevos sentidos. Trabajan, enseñan, se capacitan, emprenden y construyen comunidad. ¿Quiénes son y qué desafíos enfrentan?

El término nació en Europa y hace referencia al cabello canoso. Pero la Generación Silver no solo se reconoce por el color de sus cabellos, sino por la potencia de su experiencia, su energía vital y su compromiso con el presente. En un contexto de cambio demográfico acelerado, las personas mayores de 50 años comienzan a ocupar un lugar cada vez más visible en las agendas públicas, económicas y sociales.
El fenómeno, impulsado desde hace más de dos décadas por la Comisión Europea bajo el concepto de *Silver Economy*, propone una mirada superadora del envejecimiento. En lugar de concebirlo como una carga para los sistemas de salud y previsión social, lo piensa como una etapa fértil de oportunidades. Países como Japón ya han dado el salto y han convertido a su población mayor en motor de consumo, innovación y producción. En Argentina, esta transición aún está en construcción.
Una etapa para crear
“La productividad en la vejez genera bienestar subjetivo, familiar y social. El bienestar está en relación a mejorar los recursos que aumenten su calidad de vida y confort”, afirma la psicóloga Gabriela Martín, fundadora de la Comisión de Adultos Mayores del Colegio de Psicólogos de Tucumán. Desde su trabajo clínico y comunitario, Martín insiste en la importancia de visibilizar la diversidad de trayectorias que existen dentro del universo de las personas mayores. “Nos interpela a reconocer la variabilidad y diversidad de intereses, características y experiencias del curso de la vida que influyen en la forma en que envejecemos y determinan diversas vejeces”.
A diferencia de lo que ocurría décadas atrás, en la actualidad muchas personas mayores siguen activas en el mercado laboral o incluso comienzan emprendimientos propios. Otras eligen el camino del voluntariado, la participación comunitaria o la formación académica. “El propósito es confiar en lo construido en su propia historia, valorar los logros, las personas consideradas referentes importantes, su experiencia y su saber. Es importante ampliar su mirada de resignificar el trabajo por hacer aquello que tiene sentido para vivir”.
Más allá del trabajo
Alicia Paz tiene 72 años, es contadora y asesora en seguros de vida, capitalización y retiro. “Me jubilé en el 2015 y lo que me motiva a seguir activa es el amor a mi trabajo. Creo que brindo un servicio muy útil y beneficioso para las personas con las que trabajo. Tengo para dar, tengo potencial. Luego, por una cuestión de personalidad, soy alguien que no puede estar quieta o sin hacer algo que tenga que ver con este trabajo y también por salud mental, relacionarse y sentirse bien”.
Su relato no deja dudas: la jubilación no implicó para ella un final, sino el comienzo de otra etapa. “No siento que haya tenido que afrontar desafíos por mi edad. Nunca nadie en todos estos años me hizo sentir que hubo algún impedimento por mi edad. Al contrario, en este trabajo que realizo se valora la experiencia y me parece que eso es un fuerte porque considero que me permite mejorar y brindar lo mejor. Los años de experiencia si aportan un valor diferencial, que incluye el conocimiento y la capacitación que sigo buscando para perfeccionarme a pesar de los años. Nunca dar por sabido sino buscar la manera de adquirir conocimientos y buscar el beneficio de los demás”.

Alicia gestiona su tiempo con independencia. “Soy una persona totalmente independiente con autogestión porque la experiencia y los años me permiten autogestionar mi trabajo a pesar de que pertenezco a un equipo donde siento que me ofrecen cosas buenas y yo ofrezco lo que tengo sobre todo a los que inician el camino de esta actividad”.
Reconoce, sin embargo, que el contexto no siempre es favorable. “Hay algunas que valoran más a los jóvenes actualmente. Mi último trabajo fue en un banco y si, el banco buscaba retirar gente de una determinada edad para que ingresara a trabajar gente más jóven”.
Saber y experiencia
La historia del doctor Raúl Benedek refleja también una elección activa por el trabajo como forma de transmisión. “Los profesionales mayores de 50 y 60 años, estamos totalmente activos, lúcidos y transmitiendo, incluso mayores de 70 años como yo que estoy en plena actividad. Trato de enseñar y de ser guía para los jóvenes en mi especialidad. Mi hija es el ejemplo, la formé y trabaja a mi par”.
Benedek reconoce las dificultades propias del ejercicio profesional en el ámbito local, pero también destaca el esfuerzo por la actualización constante. “Pienso que mi profesión no es valorada como corresponde en Tucumán. Nos perfeccionándonos constantemente. Los avances tecnológicos son fundamentales y gracias a ellos hemos podido superar barreras”.

La mirada social, el mayor desafío
Los prejuicios siguen siendo una barrera poderosa para las personas mayores. “Los desafíos más inquietantes son los prejuicios y deconstruir estereotipos de vejeces asociados a patología y pasividad en la vida”, señala Gabriela Martín. Para ilustrarlo, ofrece una imagen elocuente: “Un pescador necesita sus redes para realizar su pesca. Los prejuicios son aquellos cuchillos que cortan las redes que impiden seguir en la barca y saber si fue una buena pesca. Con las redes, se cortaron también las posibilidades de seguir y saber de qué éramos capaces”.
La psicóloga remarca la importancia de generar espacios donde las voces mayores sean escuchadas y valoradas. “Existen muchas estrategias que puedan ayudar a las personas mayores a adaptarse a un mundo laboral y social en transformación. De acuerdo a mi experiencia, una muy importante es la escucha familiar, espacios de escucha de personas mayores y espacios en la comunidad en los cuales la palabra de la persona mayor sea valorada”.
Una generación en construcción
Aunque el Estado ha comenzado a implementar políticas públicas dirigidas a este segmento, aún existen desigualdades marcadas. Martín advierte: “Estamos en una etapa de transición, ya que existe en la población de personas mayores, aquellos que se encuentran en situación de vulnerabilidad. Sin acceso a salud, sin viviendas adecuadas a sus necesidades, sin alimentación saludable, sin redes de apoyo, sin cobijo, invisible y no escuchaba. ¿Cómo podríamos llamar a esta generación?”.
La Generación Silver está lejos de definirse por la edad cronológica. Se define por una actitud. Frente al cambio de época, se mantiene en pie, con disposición a aprender, enseñar, compartir y construir. Como dice Martín, “la productividad no está reducida a remuneración o sueldos. Hay miradas que coartan las amplias posibilidades de producir bienes, servicios y aportes a las personas que comparten la vida cotidiana y a la comunidad. Este nuevo enfoque ‘Silver’ permite promover vejeces activas, creativas e impulsoras de cambios”.