
Las elecciones de convencionales constituyentes en Santa Fe habilitan lecturas políticas diversas, algunas de las cuales son concretas y otras que dejan margen para la especulación respecto de lo que puede suceder en el cuarto oscuro cuando en octubre se vote en todo el país.
El gobernador Maximiliano Pullaro le puso el cuerpo a los comicios en su provincia y se impuso por más de 20 puntos sobre sus competidores más cercanos. Relegó al tercer puesto al postulante de La Libertad Avanza y está a votos de garantizar la mayoría que le permita modificar la Carta Magna sin mayores sobresaltos. La contracara: cedió casi 20 puntos o medio millón de votos respecto de los que obtuvo para consagrarse gobernador, dato no menor, pese a que algunos dirán que comparar una compulsa con otra no resiste análisis.
Algunos datos adicionales pueden ser valiosos de cara al cronograma electoral que resta para 2025. Pullaro llegó al poder con Unidos, la coalición que selló con el PRO macrista y el socialismo. De hecho, anteanoche, el titular de su partido, Martín Lousteau, acompañó su triunfo y Mauricio Macri hizo lo propio a través de una videollamada. La convergencia que conquistó el santafesino es extraña (¿elogiable?): reivindica al cuestionado presidente de la UCR y reafirma que irá con él hasta las últimas consecuencias (de hecho dijo que es el hombre más inteligente de su agrupación y uno de los más capaces del país); mantiene buenos lazos con el siempre importante socialismo de su provincia; dialoga sin sobresaltos con Macri, y evitó confrontar o cuestionar demasiado a Javier Milei. Pullaro posee, además, una imagen positiva elevada, del orden del 60%.
Hasta aquí lo que hizo el oficialismo provincial santafesino de cara a la elección del domingo, que no fue más que capitalizar a los aliados y no defenestrar al “enemigo” sentado en la Casa Rosada, porque maneja la billetera y porque el aval social que mantiene supera el 50%.
Del lado de la oposición, los armadores también dejaron margen para el análisis a sus pares de otras provincias. El peronismo fue dividido en tres y se ubicó segundo, lejos del primero y muy cerca del tercero, que no es nada más ni nada menos que el partido de Milei. La Libertad Avanza evitó aliarse con el sector de derecha que representa Amalia Granata y quedó relegado detrás del justicialismo. Si LLA y la ex modelo se hubieran unido, la historia habría sido otra en Santa Fe, analizan algunos.
Así el panorama, las lecturas que se hacen de estos resultados son diversas aquí y en la China (que vendría a ser Buenos Aires).
Una es que LLA ya perdió en casi todo el país antes de las presidenciales, pero igualmente luego se impuso con claridad y llevó a Milei a la Presidencia. Es decir, podría repetir esa performance en los comicios distritales este año, pero luego remontar en las nacionales de medio término. También están los que razonan lo opuesto: ahora Milei es presidente, no candidato, y el peronismo no supo ver que perdía provincias y terminó cediendo la Nación. Para pensar, pese a las diferencias, al factor “economía” y al desastre de Alberto Fernández.
Un menjunje variopinto
Osvaldo Jaldo posee algunas similitudes con Pullaro, que no son la del signo político, pero sí la de estrategia conciliadora respecto de la Nación (pese a que el santafesino planteó algunos reclamos duros a Milei) y la de una imagen positiva elevada. Una diferencia sustancial es que Jaldo no enfrenta comicios provinciales y que no será él mismo quien se postule. Allí radica una disyuntiva de fuste: ¿a quién pondrá en la cabeza de la lista para que le traccione votos al son de la buena imagen de su gobierno? La pregunta carece aún de respuesta y la boleta única obligará a analizar eso con detalle.
Una buena para Jaldo, como para Pullaro, es la división en el espectro de la derecha: la LLA tendrá con Fuerza Republicana a su “Granata”. O al menos se enfrenta claramente a esa posibilidad. El discurso de Lisandro Catalán, que hoy arriba a Tucumán con “Lule” Menem, es el de Karina: pureza libertaria y no alianzas por “votos”. ¿Mantendrá esa postura tras el traspié santafesino? El vicejefe de Gabinete tampoco es tan conocido en la provincia como para ligar su apellido al del presidente de la sorpresa electoral que lo eyectó a la Casa Rosada.
En medio de todo ello, los peronistas sin peluca podrían quitarle votos a Jaldo y los radicales con peluca a Sánchez.
La mezcolanza es más grande que el anuncio del fin del cepo que esbozó el viernes el Gobierno nacional. Y el final, igual de incierto.