Un joven de 16 años murió tras sufrir graves quemaduras en su casa de Tafí Viejo. Vecinos reclaman presencia pastoral y del Estado en la zona.
Un barrio marcado por la tristeza y el abandono
La comunidad de Tafí Viejo atraviesa horas de profundo dolor por la muerte de un adolescente que había resultado gravemente herido tras prenderse fuego en su vivienda de la zona de calle Marco Avellaneda al 1200.
El hecho ocurrió durante la madrugada del sábado 4 de octubre. Según consta en los informes policiales, el joven de 16 años sufrió quemaduras en el 70% del cuerpo y fue trasladado de urgencia al Hospital Centro de Salud, donde falleció a causa de la gravedad de las lesiones.
El parte policial: una escena que conmocionó al barrio
De acuerdo con el parte de la Unidad Regional Norte, los efectivos que recorrían la zona fueron alertados por vecinos que escucharon gritos y observaron humo proveniente de una vivienda.
El abuelo del joven relató que al despertarse encontró a su nieto con parte de la ropa y del cuerpo en llamas. Con ayuda de familiares y vecinos lograron apagar el fuego y solicitar asistencia al sistema de emergencias 107.
En el lugar se hallaron restos de un colchón parcialmente quemado. La Fiscalía de Homicidios N.º 2, a cargo del doctor Gerardo Rutechi, dispuso la intervención de Criminalística, Bomberos de la Policía de Tucumán y el relevamiento vecinal.
Marco Avellaneda al 1200: una zona vulnerable de Tafí Viejo
El hecho ocurrió en un sector particularmente sensible de la Ciudad del limón, donde distintos actores comunitarios vienen intentando abrir espacios de contención para niños y adolescentes.
Desde hace unos meses, una escuelita de fútbol trabaja con chicos de la zona en condiciones de gran vulnerabilidad, rodeados de problemáticas de narcomenudeo y consumo de drogas.
Vecinos de Marco Avellaneda y calles aledañas —como Thames— expresaron su preocupación por la ausencia del Estado y de las instituciones intermedias, asegurando que “nadie entra a trabajar allí”.
“La mayoría de los chicos crecen sin oportunidades. No hay actividades constantes, ni presencia de referentes religiosos”, expresó una vecina.
La capilla Nuestra Señora del Huerto, símbolo del abandono
A dos cuadras de la casa del adolescente se levanta la capilla Nuestra Señora del Huerto, que según los testimonios recogidos permanece cerrada desde hace más de un año.
Los vecinos aseguran que no se celebra misa ni hay catequesis, y que la justificación brindada por sacerdotes de la jurisdicción es que la capilla está “demasiado cerca de la parroquia central”, por lo que los fieles pueden asistir allí.
Sin embargo, muchos vecinos reclaman al menos una misa mensual y mayor presencia pastoral, al considerar que el cierre del templo contribuye al desarraigo espiritual de los jóvenes.
“Necesitamos que la Iglesia vuelva a estar cerca, que haya una misa, que alguien se acuerde de este barrio”, dijo otra mujer que vive frente al templo.
La respuesta del párroco
Consultado sobre la situación, el sacerdote Ricardo Acevedo, párroco de Cristo Divino Obrero, explicó que la Parroquia abarca una jurisdicción muy extensa y que actualmente no cuenta con agentes pastorales suficientes para sostener la actividad en todas las capillas.
“Los pocos que tenemos son personas mayores. No hay jóvenes en la pastoral, y eso limita mucho nuestra presencia territorial”, reconoció.
Acevedo, no obstante, manifestó su voluntad de abrir un espacio de diálogo y coordinación con actores sociales del barrio, entre ellos Solana Díaz, integrante de la Comisión de Jóvenes del Club Villa Mitre, que desarrolla actividades deportivas a escasos metros de la capilla.
La iniciativa buscaría generar un abordaje integral de la realidad social de la zona, articulando Iglesia, club y comunidad.
Una comunidad que busca respuestas
A media cuadra de la capilla funciona el predio de hockey del Club Villa Mitre, donde próximamente se iniciarían talleres y actividades con adolescentes del barrio.
Los vecinos confían en que este tipo de proyectos —junto a una eventual reapertura de la capilla— puedan restaurar la esperanza y la contención social en un territorio marcado por la exclusión.
El fallecimiento del adolescente dejó al descubierto la fragilidad de una zona postergada, donde las ausencias institucionales se sienten en cada calle.
Su muerte no fue noticia en otros medios, pero hoy interpela a toda la ciudad de Tafí Viejo: una comunidad que pide ser vista, escuchada y acompañada.