Tucumán no logra salir del estupor. Tatiana, una niña de apenas 9 años, intentó quitarse la vida y hoy pelea por sobrevivir en el Hospital Avellaneda. El caso no es solo una tragedia personal, sino también un espejo brutal de una sociedad que falla en lo esencial: proteger a sus hijos.
El gobernador de la provincia expresó su pesar y pidió oraciones por la recuperación de la pequeña. Anunció además que el Gobierno se constituirá en querellante para que la Justicia investigue. Sus palabras transmitieron preocupación, pero también dejaron al descubierto una realidad: el Estado siempre llega después.
La voz de SADOP
En el programa “Libertad de Expresión” (106.9 Rock and Pop Tucumán), conducido por Graciela Núñez, Borja Michaelsen y Sebastián Gil Olivares, el secretario general de SADOP Tucumán, Mario Dionisi, fue categórico:
“El bullying es un flagelo dentro de las escuelas. Lo que vemos es que no hay decisión política de trabajar en serio estas problemáticas. Todo se aborda cuando ya es tarde”.
El dirigente recordó que el sindicato viene proponiendo desde hace más de dos años la creación de comités de ambiente educativo en cada institución, con participación de docentes, directivos, padres y estudiantes, para detectar tempranamente situaciones de acoso. Sin embargo, la iniciativa nunca prosperó. “Parece que molesta la democracia, que molesta que todos opinen. Pero sin esa participación, la educación queda incompleta y los chicos expuestos”, denunció.
Tecnología y niñez: un cóctel peligroso
Dionisi también advirtió sobre la dimensión que las redes sociales han sumado al acoso escolar:
“El bullying ya no termina en la escuela, persigue a los chicos hasta lo más íntimo de su identidad. Un menor de 12 años no debería tener un celular. Sin embargo, miramos para el costado mientras naturalizamos esto”.
El comentario refleja un cambio de época: el hostigamiento ya no se limita al recreo o al aula, sino que invade la vida de los niños las 24 horas del día, en sus casas, en sus habitaciones, en la palma de su mano.
Una deuda pendiente
El caso de Tatiana no es un hecho aislado. Se cuentan situaciones de acoso que llevan años sin que se activen resortes institucionales.
“Escuchamos que hay casos de hace tres años que vienen acosando a chicos y no se hizo absolutamente nada”, insistió Dionisi.
La tragedia de esta niña, entonces, no es solo el dolor de una familia, sino la prueba más cruel de que en Tucumán la prevención no existe como política pública sostenida.
Opinión: la urgencia de un cambio real
Hoy todos hablan de Tatiana. Gobernantes, funcionarios, gremios, periodistas. Pero lo cierto es que, como sociedad, estamos llegando tarde. Lamentamos después, lloramos después, reaccionamos después.
Lo que falta es lo más simple y a la vez lo más difícil: voluntad política para trabajar en serio, prevención antes que castigo, presencia antes que silencio.
Mientras Tatiana lucha por su vida, Tucumán enfrenta una pregunta que ya no admite demora: ¿seguiremos reaccionando después de cada tragedia, o vamos a construir de una vez una red de cuidado real para nuestros niños?