Una generación sin horizonte: cuando la vida deja de tener sentido

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El testimonio del Lic. Emilio Mustafá expone una realidad dolorosa: jóvenes atravesados por la desesperanza y la urgencia de un Estado que los abrace.

En uno de los barrios populares a la vera del río Salí, un joven de 22 años intentó quitarse la vida en medio del abandono y el consumo. La intervención de un equipo de salud mental comunitaria logró salvarlo. Su historia, contada por el licenciado Emilio Mustafá, director de Asistencia y Prevención de Adicciones, abre un debate necesario sobre la deshumanización social y la crisis de salud mental que atraviesa a toda una generación.

El testimonio del Lic. Emilio Mustafá, director de Asistencia y Prevención de Adicciones, revela el dolor y la urgencia de fortalecer la salud mental comunitaria.

Una historia que duele y enseña

El lunes 6 de octubre, en uno de los barrios populares ubicados a la vera del río Salí, un equipo de salud mental comunitaria vivió una de esas jornadas que marcan para siempre.
El Lic. Emilio Mustafá, director de Asistencia y Prevención de Adicciones, relata el episodio con emoción contenida:

“Nos tocó intervenir en una situación de urgencia cuando un joven de 22 años, en situación de consumo y viviendo en la calle, se encontraba herido y con claros signos de dolor. Algunos vecinos intentaban ayudar, otros, resignados, repetían: ‘¿Qué se le va a hacer?’”.

Cuando el equipo intentó acercarse para asistirlo, el joven, bajo los efectos del paco y con un fuerte estado de paranoia, huyó hacia el río. En ese momento, intentó quitarse la vida ahorcándose de una rama. Su hermano de 14 años logró sostenerlo de las piernas mientras un vecino corrió a cortar la cuerda.

 “Llegamos justo. Esa imagen nos va a acompañar siempre”, confiesa Mustafá.

 

La lucha por salvarlo

Desde ese instante, comenzó otra batalla: lograr que una ambulancia del 107 ingresara al barrio. “Nos decían que no iban a entrar, que esos lugares eran peligrosos”, cuenta el licenciado.
A pesar de los obstáculos, la insistencia del equipo logró que el móvil llegara y trasladara al joven al Hospital Centro de Salud. Luego de ser estabilizado, fue derivado al Hospital Obarrio. Sin embargo, allí informaron que no había camas disponibles.

“A las once de la noche hicimos una vaquita para pagar un auto y llevarlo hasta su casa. En el camino, el joven nos dijo: ‘¿Por qué me ayudan si yo no quiero vivir? Nadie se ha preocupado nunca por mí’”.

El Estado que debe estar presente

A partir de esta experiencia, Mustafá reflexiona sobre el sentido de su trabajo y la urgencia de fortalecer la red pública de salud mental:

“Este caso demuestra lo que significa tener un equipo del Estado en el territorio. El camino no es la motosierra aplicada a las políticas públicas, sino un Estado presente, garante de derechos humanos”.

También advierte que la situación es crítica:

“No alcanza con la voluntad. Faltan recursos humanos, movilidad, dispositivos de desintoxicación y camas en hospitales generales. Es urgente declarar la emergencia en salud mental y reforzar los protocolos de asistencia en crisis”.

Una generación sin horizonte

El director señala que su equipo trabaja actualmente con varios adolescentes del mismo barrio, de entre 14 y 15 años, con ideaciones suicidas.

“Nos dicen que la vida no tiene sentido, que vivir el día a día es angustiante. Antes se decía que los 20 eran la flor de la vida; hoy, muchos jóvenes no logran imaginar un futuro posible.”

Para Mustafá, esta desesperanza no es un fenómeno aislado, sino un síntoma de una época:

“Vivimos en una sociedad donde se instaló el individualismo más cruel. El aislamiento, la desconfianza y los discursos de odio promueven la deshumanización. Nuestro desafío es sostener la vida, fortalecer la comunidad y seguir peleando por políticas públicas que igualen oportunidades.”

El compromiso que no se rinde

El relato del equipo que logró salvar a un joven en el límite entre la vida y la muerte muestra el valor de quienes trabajan cada día en los márgenes, donde el dolor social se hace cuerpo.

 “Garantizar salud mental es también garantizar humanidad —afirma Mustafá—. No puede haber proyectos individuales si no van acompañados de proyectos colectivos.”

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