El Gobierno, encerrado en su microclima frente al real mensaje de Estados Unidos

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Javier Milei, otra vez en campaña. Acto en el Gran Buenos Aires

Javier Milei dedicó varias declaraciones -no sólo en medios locales- a insistir con que el apoyo de Estados Unidos no depende de la elección del domingo 26. Extraño que un presidente intente forzar la interpretación de lo dicho -sin lugar para la duda- por otro presidente, en este caso Donald Trump, que además actuó como anfitrión. No sólo eso. De entrada, los principales funcionarios del Gobierno salieron en esa línea y, luego, la red de tuiteros violetas machacó con la misma letra. El resultado fue que transformaron el tema en dato político excluyente de la visita a la Casa Blanca, con un agregado: el mensaje real no apunta sólo al resultado de los comicios que ya llegan, sino además al modo en que será procesado por la gestión mileista, con internas otra vez en ascenso.

Para políticos más afilados, las definiciones de Trump deberían ser interpretadas tal como fueron formuladas, sin descuidar la gestualidad con que fueron acompañadas y atendiendo, además, a señales anteriores. Desde hace rato, y de manera visible a partir de las negociaciones que coronaron el acuerdo con el FMI, la demanda fue más que técnica, política. Y apuntó a la necesidad de sustento más amplio para la gestión, superado el primer impacto del mileismo como novedad, con el crédito social nacido del balotaje. Pasaron los meses y hoy los tiempos corren de manera diferente para todos. También para Washington.

Es llamativo el contraste entre la pobreza de la campaña -del oficialismo y la oposición en sus distintas expresiones- y el vértigo de estas horas. De hecho, para el Gobierno cuentan los días de campaña -seis, incluido este sábado- y los días hábiles -cinco- que restan hasta los comicios, es decir, las jornadas de los mercados. Esto último resulta especialmente llamativo -visto desde afuera del país- después del respaldo expresado por Trump y los movimientos a cargo de Scott Bessent.

Algo de lo que ocurre puede ser explicado por el modo en que resultó consumido el primer crédito político de esta sucesión de hechos. El gesto de Trump a Milei, en la asamblea de la ONU, quedó opacado en términos de capital político y de campaña por el caso Espert. Ese episodio y las evaluaciones sobre su posible costo en votos agudizó el clima denso para el oficialismo, que se había intentado recomponer después de la derrota de septiembre. Una vez más, un tembladeral con clara responsabilidad propia y con Milei expuesto al final como defensor en soledad del entonces número uno de la lista bonaerense.

La segunda y más significativa entrega, en la Casa Blanca, mostró la alteración de ánimos en las filas de la delegación oficial como reflejo del condicionamiento del salvataje. El impacto inmediato en algunos de los funcionarios fue el síntoma de que Trump había dicho lo que luego se trató de negar. Luis Caputo, Patricia Bullrich, Santiago Caputo y Guillermo Francos, entre otros, salieron a dar batalla discursiva con una exégesis increíble, para tratar de imponer que la advertencia de Trump era para el 2027 y no para ahora. Resultó desgastante frente a los textuales de Trump y los tiempos de la asistencia. Y eso mismo, terminaría jugando en sentido inverso al imaginado.

En el mejor de los casos, se habla de cautela. El swap por US$ 20.000 millones transita días consumidos por los ajustes prácticos, según se explica desde el Gobierno. Y la línea de apoyo en paralelo, por una cifra similar, depende del modo en que los cuatro bancos tentados para esa operación -sería un rescate de bonos- ajusten con Bessent y con el FMI el formato que les ofrezca garantías frente el riesgo a asumir. En lo inmediato, se espera el anuncio sobre un acuerdo comercial. Y en la práctica, se anota por ahora la intervención directa del Tesoro en la plaza local y en el mercado financiero.

Scott Bessent y Luis Caputo. Saludo formal para la foto después de negociaciones en Washington

La escalada registrada entre el jueves y el viernes expone sin dudas una especie de “cultura de las crisis”, de la sucesión de crisis, que desde hace décadas señala el refugio del dólar como ahorro o para cubrirse, además de la especulación. Pero no parece ser lo único que explica la suba del dólar a pesar de la inédita jugada de Estados Unidos. Se verá si como trasciende, el objetivo no sería evitar los vaivenes, sino que sea superado el techo de las bandas cambiarias. Al menos por ahora. Una especie de administración de los peldaños con operaciones de última hora.

En cualquier caso, el interrogante es acerca del mensaje. Podría ser resumido así. ¿La intervención del Tesoro es una señal de fortaleza, como busca exponer el Gobierno, o de debilidad? El ministro Caputo y Santiago Bausili repitieron en los últimos días que debe ser descartada una devaluación post electoral. Habla del clima, que tampoco es una novedad absoluta en la historia local.

El punto sigue siendo qué respuesta política proyecta el Gobierno para el lunes 27, en cualquier escenario. Y en ese terreno, resulta insuficiente el mensaje sobre la garantía básica que podría alcanzar el oficialismo con su ampliación e Diputados: el tercio de legisladores para evitar el rechazo a los vetos presidenciales.

Ese cálculo sigue exhibiendo la idea de mantenerse cerrado en sus filas, más allá de algunos contactos, muy divulgados, con gobernadores “dialoguistas”. Se presenta eso como disposición a una apertura negociadora después de la cerrazón que terminó unificando reclamos de jefes provinciales y alimentó la larga serie de derrotas legislativas.

Con la misma dirección, comenzaron a circular especulaciones sobre cambios en el equipo de ministros, algunos forzados por los casos de funcionarios/candidatos. El problema es que antes que evaluaciones sobre un giro de concepción, lo que reaparece con fuerza en escena es la interna.

Milei dejó abierta expresamente la posibilidad de que Santiago Caputo se sume al gabinete. Eso agrega combustible a los cruces con Guillermo Francos, que asomaron sin vueltas en la superficie a partir de las tratativas con gobernadores para estirar la definición del proyecto que apunta a limitar la utilización de DNU. No es el único terreno de batall. Por el contrario, la disputa volvió a proyectarse sobre el Congreso, en especial la Cámara baja, con cuestionamiento a Martín Menem.

Eso habla del microclima de poder. Algo que también es leído fuera del país.

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