
La nueva mesa chica de la CGT tendrá el lunes su primera reunión con un solo punto en la agenda: la reforma laboral. En realidad, se discutirá qué postura adoptarán si el Gobierno los convoca para discutir ese tema antes de que el proyecto de ley se presente en el Congreso para ser debatido en el período de sesiones extraordinarias.
De todas formas, este jueves se produjo un contacto informal entre el nuevo triunvirato de la CGT y el ministro del Interior, Diego Santilli, cuando se cruzaron en la Conferencia Industrial de la UIA y allí hablaron sobre un encuentro para analizar la reforma laboral. El flamante funcionario incluso les aseguró que el proyecto no contendrá lo que afirman algunas versiones que causan mucha preocupación en el sindicalismo.
La posibilidad de una convocatoria oficial a la CGT, anticipada por Infobae, multiplicó los llamados entre los sindicalistas para intercambiar opiniones y allí se acordó la realización del encuentro de la mesa chica cegetista, donde se producirá el debut del flamante triunvirato, que integran Jorge Sola (Seguro), Octavio Argüello (Camioneros) y Cristian Jerónimo (empleados del vidrio).
Al ser consultado sobre la decisión que tomarán si son invitados a la Casa Rosada, un importante jefe cegetista dijo a Infobae: “Veremos qué sucede. El cómo también es importante. Y el para qué es imprescindible”.

Una de las ideas que discutirá la CGT, además, es el comienzo de contactos oficiales con los gobernadores para convencerlos de no dar su apoyo en el Congreso a una reforma laboral “antisindical”.
El dilema para la CGT es que uno de sus máximos dirigentes, Gerardo Martínez (UOCRA), integra el Consejo de Mayo, donde se elabora el proyecto de reforma laboral, aunque hasta ahora, según fuentes oficiales, rechazó la mayoría de las propuestas impulsadas por el Gobierno.
Sin embargo, el propio Martínez dijo: “La pretendida Reforma Laboral que impulsa el Gobierno Nacional como solución a todos los males que acumula nuestro país en materia económica no es más que la ratificación del Decreto 70/23 en su capítulo laboral, decisión inconsulta y que fuera oportunamente rechazada por la CGT y judicializado con éxito por nuestra central sindical”.

En una entrevista con Infobae, Jerónimo, uno de los nuevos cotitulares de la CGT, respondió de la siguiente manera si la CGT está dispuesta a negociar la reforma laboral: “Estamos dispuestos no a negociar sino a sentarnos en una mesa-afirmó-. Negociar sería hoy ir ciegamente a discutir algo que están proponiendo ellos. Nosotros también tenemos propuestas».
Si el Gobierno no flexibiliza su postura y no acepta cambiar artículos de la reforma laboral que irritan a la CGT, la relación entre ambos sectores se encamina a un duro conflicto que incluirá medidas de fuerza sindicales.
Por eso será clave la estrategia que defina la nueva conducción de la CGT, que estrenará un triunvirato y deberá coordinar su funcionamiento con una mesa chica integrada por la vieja guardia sindical: allí estaban hasta ahora Hugo Moyano (Camioneros), Gerardo Martínez (UOCRA), Héctor Daer (Sanidad), Andrés Rodríguez (UPCN), Armando Cavalieri (Comercio), José Luis Lingeri (Obras Sanitarias), Juan Carlos Schmid (Dragado y Balizamiento) y Sergio Romero (UDA).

Sin embargo, algunos de esos dirigentes no fueron invitados al encuentro del lunes próximo y por eso se dieron las primeras señales de tensiones internas ante el malestar de los sindicalistas excluidos.
Más allá de estos incipientes cortocircuitos, la CGT ya sabe que hay artículos de la reforma laboral que no aceptará, como la limitación de la ultractividad automática de los convenios colectivos de trabajo, que es el principio por el cual esos acuerdos firmados entre empresarios y sindicalistas mantiene su vigencia hasta tanto no sea reemplazado por otro.
El proyecto oficial mantiene la ultraactividad para las denominadas “cláusulas normativas” que son las que definen condiciones de trabajo. El resto, que son las cláusulas “obligacionales” (como aportes y compromisos de empleadores ante los sindicatos, por ejemplo) se caen al vencimiento del convenio colectivo de trabajo.

Otro de los puntos confirmados de la iniciativa, que es considerado un aspecto central de la reforma, es que se priorizarán los acuerdos por empresa, de manera que los convenios de ámbito menor (empresa u regionales) se impondrán sobre los convenios de un ámbito mayor (los de actividad), al revés de lo que estipula hoy la ley.
Esa propuesta implica la pérdida del poder centralizado de los sindicatos y empodera a las comisiones internas en las empresas al delegarles el poder de negociar y firmar los convenios.
También se incluirá la limitación de las cuotas solidarias, que son el recurso más eficaz para el financiamiento de los sindicatos a través de los descuentos compulsivos a todos los trabajadores de una actividad, sean o no afiliados, de una suma pactada con los empresarios dentro de los convenios colectivos de trabajo.
Para el Gobierno, no se pueden imponer aportes o pagos a los no afiliados, salvo que lo acepten expresamente. Es la misma idea que el ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, incluyó en el DNU 70, que fue frenado por la Justicia tras una acción de amparo de la CGT.

La reforma laboral que impulsa el Gobierno, además, volverá a contemplar la reglamentación del derecho de huelga en numerosas actividades, tal como figuraba en el DNU 70 y luego en el decreto 340 (ambos suspendidos por la Justicia), al redefinir el listado de servicios esenciales y fijar mínimos de cobertura: 75% en servicios críticos y 50% en servicios trascendentales.
Otra de las innovaciones del proyecto oficial es la incorporación del concepto de salarios dinámicos o variables, vinculados al mérito individual, la productividad o la situación económica de la empresa.
Estas son algunas de las propuestas incluidas hasta ahora en la reforma laboral y en todos los casos seguirán siendo rechazadas de manera tajante por el sindicalismo. A menos que el Gobierno se reúna con la CGT y logre el milagro de que apoye o al menos no frene los cambios.







