Los empresarios también reclaman ser escuchados en el debate por la reforma laboral

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El Consejo de Mayo trabaja en la elaboración del proyecto de reforma laboral que presentará a mediados de diciembre en el Congreso. En este contexto, surgen diversas dudas y rumores respecto a la iniciativa. El politólogo Rosendo Grobo dialogó con Infobae En Vivo y analizó la propuesta que, según señaló, se destaca por la ausencia del empresariado argentino en la discusión pública, un fenómeno que, según su visión, debilita la legitimidad y la eficacia de cualquier cambio estructural en el país.

“Hay una voz que siempre falta”. Con esta afirmación, Grobo abrió su análisis sobre la inminente reforma laboral. El especialista advirtió que, mientras la agenda política y económica se prepara para abordar reformas profundas en 2025, el sector privado permanece al margen de la conversación nacional.

Diagnóstico de la ausencia empresarial

El columnista de Infobae En Vivo sostuvo que la representación empresarial no logra articular sus intereses ni participar activamente en la definición de las políticas públicas más relevantes. “Siempre que hay una oportunidad de discutir profundamente, la voz de los empresarios no está. Hablamos del rol estatal, los bienes públicos, el ajuste fiscal, y ¿dónde está el empresariado?”, cuestionó.

Según señaló, la pasividad de las cámaras y líderes del sector privado contrasta con la expectativa global sobre las reformas y con la necesidad de instituciones fuertes y diálogo social sostenido.

La informalidad laboral afecta al 42% de los trabajadores en 2025, mientras el empleo privado crece por debajo de la población

Causas: miedo, falta de incentivos y cultura de silencio

Al profundizar en las razones de este silencio, Grobo identificó el miedo a la exposición pública y a las represalias políticas como factores centrales. “El empresariado argentino no habla porque tiene miedo”, afirmó. Recordó que durante el kirchnerismo, “a los empresarios que hablaban les mandaban la AFIP o los escrachaban. Hoy, eso dejó un sector privado dócil y temeroso”.

El caso de Pierpaolo Barbieri, empresario que sufrió ataques por expresarse, fue citado como ejemplo de una cultura de autoexclusión que afecta tanto a referentes de la industria tradicional como a nuevas generaciones de compañías innovadoras. “El miedo, la falta de incentivos y la cultura del ‘arreglo sectorial’ son obstáculos profundos que deben ser superados”, insistió.

Contraste con el sindicalismo y nuevos liderazgos

Asimismo, destacó el surgimiento de una nueva generación de sindicalistas, con especial mención a Jorge Sola, referente de servicios y oriundo de Venado Tuerto. “Estamos ante una plana sindical nueva. Sola no proviene de uno de los gremios tradicionales, lideraba la comunicación y hoy encarna un sindicalismo que va a hablar más”, explicó. Según su análisis, mientras el sindicalismo se renueva y gana protagonismo en la CGT, el sector privado permanece ausente en la otra mitad de la ecuación del debate laboral.

Impacto de la informalidad laboral y el rol del Estado

Por otra parte, el politólogo puso el foco en los datos para ilustrar el contexto laboral argentino. “El avance de la informalidad laboral afecta al 42% de los trabajadores en 2025, mientras que el empleo privado creció apenas un 3% en los últimos 13 años, muy por detrás del crecimiento vegetativo de la población”, detalló.

Advirtió que “hoy, la mitad de los trabajadores no entienden de qué estamos hablando cuando discutimos derechos laborales, porque no están alcanzados por el trabajo formal”.

En este sentido, mencionó que el Estado absorbió buena parte del déficit de empleo privado a través del crecimiento del empleo público y de esquemas de monotributo o “subsidios encubiertos a la pobreza”. “El Estado es cómplice de la informalidad, utiliza el monotributo para no aportar y mina su propia capacidad de financiamiento futuro”, afirmó.

Además, alertó sobre la tensión en el sistema previsional: “El aporte jubilatorio promedio del monotributo es apenas el 3% de una jubilación mínima. Nos enfrentamos a la pregunta de cómo nos vamos a jubilar nuestra generación”.

Desigualdades regionales en el empleo formal

El contraste regional en el acceso al trabajo privado y formal es notorio, según indicó el politólogo. “En provincias como Formosa, solo 36 de cada 1.000 habitantes son empleados privados formales, en comparación con los 500 por cada 1.000 en la Ciudad de Buenos Aires. El promedio nacional es de 120 cada 1.000”, precisó.

Además, advirtió sobre el impacto social de la falta de liderazgo en las provincias: “Cuando los empresarios, productores o pymes locales no se comprometen ni crean conversación, las ciudades pierden dinamismo, los jóvenes se van y los problemas estructurales se agravan”.

El politólogo también denunció la debilidad de las organizaciones empresariales: “En la Argentina no hay grandes centrales empresariales. La UIA no tiene centralidad, la industria ocupa cada vez menos espacio, y las otras cámaras como la AEA son marginales en la conversación pública”.

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